En el prefacio a La caída de Gondolin recuerda Christopher Tolkien que, al publicar Beren y Lúthien, había dicho que, ya con 93 años, ese sería «presumiblemente», el último de la larga serie de ediciones de los escritos de su padre, pero que usó la palabra «presumiblemente» porque ya pensaba en la posibilidad de publicar este libro, el tercero de los «Grandes Relatos» de su padre, y añadía que ahora ya estaba «fuera de toda duda» que este sí era su último libro.
Está construido del mismo modo y con iguales propósitos que Beren y Lúthien: se introducen y comentan textos que Tolkien escribió sobre la caída de Gondolin, una ciudad secreta de los noldor (o noldoli, o gnomos), una clase de elfos, se comparan las distintas narraciones a partir de su evolución, se señalan las discrepancias que hay entre ellas, y se indica qué pasajes fue reformulando el autor con el tiempo.
Aunque se dan explicaciones sobre cómo llegó a construirse Gondolin, el núcleo de la historia es que Tuor, un hombre, logra llegar a Gondolin enviado por Ulmo, el Señor de las Aguas, con el fin de llevar una importante advertencia para Turgon, rey de Gondolin, pero este decide «cerrar sus oídos al mundo de los pesares exteriores». Tuor se acaba casando con la hija de Turgon, Idril Celebrindal, con la que tiene un hijo, Eärendel (que será el padre de Elrond, a quien recuerdan bien los lectores de El Señor de los anillos). El narrador explica que Tuor y Beren fueron los únicos mortales que se casaron con Elfas, y como Elwing, nieta de Beren, se casó con Eärendel, «por ellos ha llegado la raza Elfinesse a la sangre mortal».
Pero el elfo Meglin, el jefe de los mineros, enamorado de Idril y celoso de Tuor, que moraba en los recintos del rey «con una sonrisa en la cara y el mal en el corazón», termina tracionando a su ciudad y facilitando la entrada en ella de Morgoth y sus ejércitos. Tiene lugar entonces una batalla épica —en la que aparecen, entre otros asombrosos seres, dragones de fuego sobre los que montan feroces balrogs, «demonios que tenían látigos de llamas y tenazas de acero»—, que termina con la huida de los últimos Noldor, Tuor, Idril y Eärendel entre ellos. Los pasajes largos más espectaculares son los de la batalla por Gondolin —de una intensidad al nivel de las que se narran en El Señor de los anillos—, texto escrito en 1917, y el del largo viaje de Tuor y su entrada en Gondolin, de 1951.
El editor incluye informaciones para poner en contexto la historia y los personajes cuando lo considera conveniente, y añade, al final, una lista de nombres, unas notas adicionales con más explicaciones, genealogías y mapas, pero, con todo, muchos no lo encontrarán un libro fácil. Ahora bien, quienes sientan entusiasmo por los grandes relatos de aventuras harán bien en leerlo: se estremecerán con seres como Ungoliant, la Tejedora de Sombras, «que vive en una hondonada en las montañas donde absorbe luz o cosas brillantes para tejer telarañas llenas de una negra y asfixiante oscuridad, niebla y sombras» y, sobre todo, disfrutarán con un héroe como Tuor, «la última esperanza» que nadie ha previsto ni preparado y que será «una luz que horadará la oscuridad».
J. R. R. Tolkien. La caída de GondolIn (The Fall of Gondolin, 2018). Editado por Christopher Tolkien. Barcelona: Planeta, 2019; 326 pp.; col. Biblioteca J. R. R. Tolkien; ilust. de Alan Lee; trad. de Martin Simonson; ISBN: 978-8445006092. [Vista del libro en amazon.es]