En su momento hablé de La familia imperfecta, de Mariolina Ceriotti, y hace pocos meses se ha publicado un libro que puede considerarse su complementario titulado La pareja imperfecta: ¿Y si los defectos fuesen parte del amor? Después de una introducción, en la que la autora explica que hablar del matrimonio hoy «se parece a (…) redescubrir un fresco antiguo bajo estratos de pintura acumulados durante siglos» para conseguir que la pintura original recupere su belleza, divide su exposición en dos partes tituladas «Para volver a entenderse» —un intento de ampliar la mirada para ver las cosas con más perspectiva— y «El desafío del matrimonio» —un intento también de mostrar el verdadero significado del matrimonio—. La exposición es clara y amena, tomando pie de... Leer más
Un libro que ha sido todo un descubrimiento: La familia imperfecta. Cómo convertir los problemas en retos, Mariolina Ceriotti Migliarese. No es parecido a Elogio de las familias sensatamente imperfectas aunque sus mensajes de fondo coincidan, pues tiene unos contenidos más amplios y la perspectiva de la autora es la quien es madre de seis hijos y tiene una larga experiencia clínica como neuropsiquiatra y psicoterapeuta infantil y de parejas. En la introducción explica que su libro trata de su «forma de trabajar con los padres» y que su objetivo no es el de «facilitar soluciones sino el de compartir un modo de pensar» y poner a sus lectores en condiciones de reflexionar y de, llegado el momento, «ser más capaces de tomar solos las mejores decisiones». Con fluidez, buen humor,... Leer más
Al principio de uno de sus artículos, dice Natalia Ginzburg: «yo pertenezco a una familia donde todos llevan los zapatos fuertes y en buen estado. (…) Pero yo sé que también se puede vivir con los zapatos rotos». Y, después de contar algunos momentos de su vida, termina: «me preocuparé de que mis hijos tengan siempre los pies secos y calientes, porque sé que así debe ser, si se puede, al menos en la infancia. Es más, tal vez, para aprender después a caminar con los zapatos rotos, sea conveniente tener los pies secos y calientes cuando se es niño». En otro, a propósito también de la educación de los hijos, dice: «creo que no hay que enseñarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la... Leer más
De una carta de Chéjov a su hermano mayor, el 2 de enero de 1889, reprochándole su comportamiento zafio y brusco con su mujer y sus hijos: «Los niños son sagrados y puros. Hasta los ladrones y los cocodrilos los sitúan entre las filas de los ángeles (…). No puedes emplear impunemente un lenguaje grosero en su presencia (…). No debes convertirlos en juguetes de tu estado de ánimo, besarlos con ternura un momento y al siguiente patalear de forma frenética. (…) No deberías pronunciar los nombres de tus hijos en vano, y sin embargo te has acostumbrado a decir que cada kopek que das o quieres dar a alguien “es dinero que le quitas a los niños”. (…) Realmente hay que tener muy poco respeto por los hijos o por su santidad para ser capaz de decir —cuando estás bien... Leer más
George Steiner: «Nací con una grave limitación en el brazo y la mano derechos, limitación que mi madre se negó a aceptar y contra la que luchó toda su vida. En nuestros días se permite a un niño ser zurdo. El tratamiento que me reservaron no tenía comparación posible con las actuales prácticas. Me ataban, recuerdo, la mano izquierda a la espalda y aprendía a escribir y a pintar con mi mano derecha, que estaba prácticamente paralizada. Tardé seis meses en aprender a atarme los cordones de los zapatos, algo que dejaba muy desolada a mi madre. No se advierte que para hacer un nudo es necesario utilizar ambas manos. Finalmente conseguí vencer aquella dificultad y agradezco a mi madre haberme insuflado todo lo que hay en mí de voluntad y autoridad. Le debo también mis... Leer más
«Mi padre tenía una maravillosa confianza en la vida, una inquebrantable alegría de vivir y una consoladora certeza de una continuación de la existencia en el Más Allá, por lo que ni siquiera la muerte de Hanna le pudo quebrantar. Continuó amándola, y no cesaba de hablar de ella y ensalzar sus virtudes. Aún lo hacía cuando contaba noventa y cuatro años y yacía animoso y contento y en su lecho del hogar para ancianos que fue su postrera morada en el mundo. —¡Qué madre tuviste tú, hija mía! —me dijo la última vez que le visité. Desde luego, estaba en lo cierto. ¡Y qué padre me tocó en suerte, además! Un padre con un corazón maravillosamente fiel y que no dejó de amar hasta su propia muerte». Astrid Lindgren. Mi mundo... Leer más
Cuenta también Astrid Lindgren en sus memorias que «“¡Domínate y sigue!” eran las palabras de nuestra madre cuando uno se ponía a pensar en las musarañas mientras enjuagaba algo en el fregadero o en una tina, porque desde luego también nos hacían ayudar en la casa. Una frase así no se olvida: “¡Domínate y sigue!” No sé cuántas veces me la repetí yo, cuando deseaba rehuir un trabajo desagradable que, sin embargo, tenía que... Leer más
En sus memorias, Astrid Lindgren, una de las más importantes escritoras infantiles del siglo XX, recuerda su infancia y a sus padres con gozo: «Era bonito ser niño allí, y bonito, sobre todo, ser hijo de Samuel August y Hanna. ¿Por qué era tan bonito? He pensado con frecuencia en ello, y creo que ya tengo la respuesta. Tuvimos dos cosas que hicieron de nuestra niñez lo que afortunadamente fue: sensación de seguridad, y libertad. Nos sentíamos seguros junto a unos padres que tanto se querían y que siempre tenían tiempo para nosotros, cuando les necesitábamos, pero que por lo demás nos dejaban jugar y retozar libremente por el maravilloso lugar que Näs representaba para unos chiquillos. Desde luego éramos educados con disciplina y en el temor de Dios, como requerían las... Leer más
«El matrimonio, límite último de tantas historias, es además un gran principio, como sucedió con Adán y Eva, que disfrutaron de su luna de miel en el jardín del Edén, pero tuvieron su primer hijo entre las espinas y los cardos del desierto. También es el principio de la épica del hogar..., la conquista gradual o la pérdida irremediable de esa completa unión que hace de la madurez la etapa culminante de la vida y convierte la ancianidad en cosecha de dulces recuerdos comunes. Algunos se ponen en marcha, como los antiguos cruzados, con un glorioso equipaje de esperanza y entusiasmo y se desmoronan por el camino, faltos de paciencia el uno con el otro y también con el mundo». George Eliot.... Leer más
Existen relatos que muestran actitudes adultas hacia los chicos, como es el caso de El día de la independencia, de Richard Ford, donde un adulto no se aclara acerca de cómo puede ayudar a su hijo y, curiosamente, ni se plantea que quizá debería cambiar él. Y existen relatos que señalan la percepción del niño, con frecuencia exagerando un tanto su capacidad de análisis, como es el caso de Teddy, de J. D. Salinger, un chico que se da cuenta de que por parte de sus padres no hay rectitud ni afecto... Leer más
Boris Cyrulnik: «Estamos lejos del padre romano, que alzaba al hijo o le dejaba morir, del "monseñor" medieval que enseñaba la práctica de la caza y de la lectura a su hijo, o del padre napoleónico que representaba al Estado en la familia. En la época aún reciente en que había demasiado padre, las madres, pilares de la vida familiar, no eran, en el plano social, sino meros anexos del marido. Hoy en día, los nuevos padres son cada vez con mayor frecuencia "compañeros de mamá"». Boris Cyrulnik. Los patitos feos (Les villans petis canards, 2001). Barcelona: Gedisa, 2002; 238 pp.; trad. de Tomás Fernández Aúz y Beatriz Eguibar; ISBN:... Leer más
La aventura es, por su naturaleza, algo que nos llega desde fuera, algo que nos elige y no algo que nosotros elegimos, dice Chesterton. Por eso, sigue, la gran aventura es haber nacido, momento en el que «estamos repentinamente en una espléndida y sorprendente trampa. Vemos algo que no habíamos soñado. Nuestros padres nos vigilan y nos acechan como bandidos tras un matorral. Nuestro tío no sale de su sorpresa. Nuestra tía está que no cabe en sí de gozo. Cuando entramos en la familia, por el hecho de haber nacido, entramos en un mundo que tiene extrañas leyes, en un mundo que puede pasarse sin nosotros, en un mundo que nosotros no hemos hecho. En otras palabras, cuando entramos en la familia entramos en un cuento de hadas». G. K. Chesterton. En «Ciertos modernos escritores y... Leer más