Hay relatos para pequeños que dejan una sensación agridulce. Por un lado, sus autores tienen talento imaginativo y narrativo y su buena intención es evidente. Por otro, su tono sólo es aceptable para quienes son demasiado crédulos. Esto se da, en particular, en relatos de ambiente navideño: al menos para un lector como yo resulta tonto hablar de la alegría de la Navidad y la Nochebuena sin saber bien cuáles son los motivos de fondo; más aún lo es poner el acento en tener una fe que no se sabe en qué se basa y pensar que la alegría depende de unos elfos bondadosos y complacientes.
Uno de esos libros es El chico que salvó la Navidad, de Matt Haig. El protagonista es Nicolás, un chico pobre y feliz. Un día su padre se va de viaje para ganar dinero pero no vuelve. Nicolás, deseoso de reunirse con su padre, recorre paisajes nevados que le acaban llevando al mundo donde viven los elfos. Estos le reciben al principio mal pero, cuando averigua que unos hombres anteriores a él habían secuestrado a un pequeño elfo, ya sabe por qué. Todo evolucionará, como se ve venir, hacia la conversión de Nicolás en el futuro Papá Noel. El lema de la historia podría ser que «cuando la magia existe, cualquier cosa es posible».
Matt Haig. El chico que salvó la Navidad (A Boy called Christmas, 2015). Barcelona: Destino, 2016; 314 pp.; ilust. de Chris Mould; trad. de Elda García-Posada; ISBN: 978-84-08-16289-6. [Vista del libro en amazon.es]