Después de lo mucho que me gustó Por donde sale el sol, he leído Pedir la luna, otra novela de Blanca García-Valdecasas que se anuncia como la primera de una «trilogía del tercer milenio». Se ambienta en Madrid, a finales de 1999 y principios del año 2000. La narradora y protagonista es Constanza Morales, una chica joven, abogada, que, debido a un disgusto familiar, pidió a su empresa que la trasladase a Madrid desde Sevilla. En Madrid vive una prima de su padre, que la recibe muy bien, y hace amistades de distinto tipo, con un hombre al que conoció en el tren, con la persona de la inmobiliaria que le busca un piso a su gusto, con algunos vecinos de su nueva casa, como un guionista inglés, un artista homosexual chileno y su pareja, la portera gallega… Se sucederán los enredos, nos enteraremos de los motivos de la venida a Madrid, Constanza recibirá misteriosas amenazas telefónicas y, además, aparecerá muerto un tipo al que había conocido.
No parece casual que el guionista inglés de la novela manifieste su admiración por la escritora inglesa Muriel Spark: como ella, la escritora granadina es extraordinariamente hábil para entretejer los hilos de su historia y, como quien no quiere la cosa, ir llevando al lector adelante y atrás en la vida de su heroína. Abundan los diálogos vivos y las situaciones y toques de comedieta: una vecina un tanto cargante le dice algo simpático y ella comenta «amable pero puaj». La narración es fluida y, a la vez, reflexiva, pues la protagonista va ponderando su pasado y lo que le ocurre, normalmente con acierto, al tiempo que su comportamiento no se ajusta del todo bien a la sensatez que demuestra para muchas cosas. El título, que al principio se refiere a que su amiga de la inmobiliaria le dice que se atreva a pensar en el mejor piso que pueda conseguir, termina refiriéndose al listón tan bajo que se ha puesto en asuntos amorosos.
Blanca García-Valdecasas. Pedir la luna (2018). Madrid: BibliotecaOnline, 2018; 276 pp.; ISBN: 978-8415998990. [Vista del libro en amazon.es]