Cuando debo explicar por qué nos gustan las ficciones que nos gustan suelo comenzar por decir que hay relatos que provocan en nosotros una fuerte identificación con algún marcado rasgo personal, como, por ejemplo, que se desarrollan en la propia ciudad o que tratan de una afición que compartimos. Cuando debo explicar por qué no hay grandes novelas o películas sobre deportes, aunque haya grandes excepciones que merecen ser comentadas luego, suelo decir, precisamente, que la identificación que provocan en el lector o espectador aficionado a ese deporte nunca es del todo satisfactoria pues las emociones del deporte contado o filmado nunca pueden equivaler a las del deporte real.
Dicho lo anterior, mi pasado explica en parte por qué me ha gustado Kolia, una novela de Leandro Pérez cuyo narrador y protagonista es un chaval baloncestista, de 14 años, dos metros de estatura, y de Burgos. La novela comienza cuando su equipo gana, gracias a él, la final de España cadete frente al Real Madrid, y le comienzan a llegar posibles ofertas. Luego cuenta las semanas posteriores: celebraciones, final de curso académico, comienzo de su noviazgo, vaivén de discusiones y conjeturas que hacen Kolia, su familia y sus amigos, etc… La novela presenta bien los ambientes propios del baloncesto que algunos hemos seguido en el pasado —aparecen nombres conocidos y anécdotas famosas de grandes jugadores—, y también refleja con acierto las emociones y ansiedades de Kolia, un chico con unos padres acogedores que fueron deportistas de primer nivel, y unos amigos excelentes.
El primer párrafo también quiere decir que veo grandes limitaciones a cualquier descripción escrita de los momentos emocionantes de un partido como los que aquí se cuentan: aunque yo los pueda comprender y «sentir» muy bien, no reflejan ni de lejos la realidad para quienes los conocemos y no es fácil que conecten con muchos lectores que no están familiarizados con ellos. Pero en este caso la narración es buena y tiene frescura: el mismo Kolia dice que se le da bien escribir y lo hace con naturalidad, usando expresiones propias de la prensa deportiva y del lenguaje común —«fijo», «sí o sí», «flipar»…—; además, el hecho de que sea él y no un narrador «experto» quien cuente las cosas, contribuye a que su relato convenza más. Los tramos en los que se suceden diálogos a través de mensajes de texto entre los protagonistas están bien justificados por el desarrollo de la historia. En la construcción de personajes es un gran acierto —para mí el mayor— la figura del padre de Kolia: antiguo jugador croata que habla de forma sincopada y directa, muy graciosa y muy reconocible. Por último, para mí también es un punto a favor de Kolia lo que tiene de novedad en el panorama de los libros juveniles españoles.
Leandro Pérez. Kolia (2019). Barcelona: Planeta, 2019; 220 pp.; ISBN: 978-84-08-20929-4. [Vista del libro en amazon.es]