Vida en el jardín, de Penelope Lively, es un libro ameno para todos aquellos que sean aficionados a la jardinería o a ver jardines. También, a quienes estén interesados en los libros que hablan de jardines: de jardines de ficción y de jardines descritos por quienes saben de la cuestión, «los escritorse de jardín» los llama la autora. Yo no sé nada de jardines pero he abordado el libro porque todo lo que firma Penelope Lively tiene calidad, y este libro no es una excepción, y porque, aparte de hacer referencias a muchos libros que conozco, comenta con acierto algunos.
Así, El jardín secreto le parece una historia «con una carga de significado demasiado pesada y obvia» que, además, es en exceso sentimental y tiene muchos toques caprichosos. En ella se «nos dice que los niños se comportarán según se les haya tratado, que un trauma puede superarse si se aplica el tratamiento adecuado, que el aire fresco y las actividades en el exterior son beneficiosos para el ser humano». Señala que «ese énfasis en el poder sanador del pensamiento positivo tiene su origen en la ciencia cristiana, movimiento que interesaba mucho» a la autora y que la «importancia crucial que se otorgaba al aire fresco formaba parte del abecé de los cuidados infantiles a principios del siglo XX».
Por contraste, aplaude con entusiasmo El jardín de medianoche, un relato con una voz narrativa pura y directa en el que un jardín soñado resulta ser un «magnífico catalizador de una fantasía sobre la naturaleza del tiempo» y de la memoria. Explica cómo para el protagonista, un niño llamado Tom, llega en la novela «un momento de madurez, una visión de la continuidad y del hacerse adulto», que convierten a El jardín de medianoche en «uno de los mejores libros infantiles de todos los tiempos».
Habla también Lively con calor de Mi Ántonia, para ella la mejor de las doce novelas de Willa Cather, donde se describen los huertos y jardines de los pioneros en la pradera, porque la conquista de la naturaleza tenía un propósito que al principio era práctico pero más tarde se convirtió en estético. Y de La edad de la inocencia, de Edith Wharton, donde una escena en la que se describe un jardín tiene remarca bien el estilo de vida de los personajes y se presenta «la jardinería como demostración de poder y de estatus».
Esta es una excelente reseña.
Penelope Lively. Vida en el jardín (Life in the Garden, 2017). Madrid: Impedimenta, 2019; 220 pp.; trad. de Alicia Frieyro; ISBN: 978-84-17553-05-0. [Vista del libro en amazon.es]