A los libros sobre cuestiones educativas comentados en Educación (ensayos), añado ahora una reseña que puse en otro lugar sobre dos libros de hace tiempo: Educar en el asombro y Educar en la realidad, de Catherine L’Ecuyer.
A los libros sobre cuestiones educativas comentados en Educación (ensayos), añado ahora una reseña que puse en otro lugar sobre dos libros de hace tiempo: Educar en el asombro y Educar en la realidad, de Catherine L’Ecuyer.
Recuerdos de un jardinero inglés, de Reginald Arkell, es una amable novela que, sobre todo, apreciarán mucho los entusiastas de la jardinería, pero que está tan bien escrita y es tan simpática, que tendrá muchos lectores de toda clase. Se desarrolla entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Su protagonista es Bert Pinnegar, apodado el «Viejo Yerbas», un prestigioso jardinero. En la novela recuerda primero su infancia, siendo huérfano, en una granja; luego su trabajo, desde muy joven, en la finca de la señora Charteris, que pronto se queda viuda, y sus logros profesionales; en el tramo final se cuenta que la señora Charteris vende su finca al coronel Widford y el futuro del protagonista parece incierto.
Una parte del atractivo del relato, para cualquier lector, está en lo bien que se cuenta cómo madura el protagonista. Cuando empieza a trabajar, su jefe es el señor Addis, de quien se nos dice, y de quien aprende Pinnegar, que «el respeto que exigía a los demás estaba firmemente basado en el respeto que él mismo sentía por su trabajo». En otro momento se dirá que Pinnegar fue «desarrollando poco a poco un talento natural para decir lo que pensaba con las menos palabras posibles. A diferencia del charlatán común, que siempre está dispuesto a hablar de lo que sea, él se limitaba a su tema y muy pronto descubrió que la mejor forma de aprender es enseñar a otros que saben un poco menos que tú». También se verá cómo hace frente a dificultades que, al principio, le parecen insalvables pero que luego resuelve más que bien: «Es curioso, pensó el señor Pinnegar, cómo se deja uno amedrentar por cosas pequeñas únicamente porque no las ha hecho antes» y, después de abordarlas, el narrador nos dice que «le costaba creer que había estado a punto de ser tan tonto como para rechazar semejante oportunidad. En fin, de la experiencia se aprende».
Otra parte del tirón de la historia, en especial para los amantes de la jardinería, es la excelente descripción de sus trabajos propios y el talante que obligan a desarrollar. Así, se apunta cómo «en un jardín no se puede estar enfadado mucho tiempo». Se afirma que «el jardinero es un ser frustrado para el que las flores nunca brotan en el momento oportuno. En todo lo que lo rodea ve cambio y descomposición. Es todo muy triste, y cómo los jardineros consiguen salir adelante ante tales adversidades es una de esas cosas que nadie entenderá nunca». En otro momento se subraya que «la jardinería puede ser la ocupación más exasperante del mundo, pero da tanto como exige, ni más ni menos. La vida en un jardín es una larga batalla contra las fuerzas del Mal, pero la victoria merece la pena. A una derrota exasperante le seguía un triunfo espectacular. En un momento estás tirado en el suelo y al siguiente te elevas sobre las alas de la mañana. Aunque Bert Pinnegar no expresaba sus sentimientos con esas palabras exactas, algo dentro de él cantaba una melodía parecida».
Reginald Arkell. Recuerdos de un jardinero inglés (Old Herbaceous, 1950). Madrid: Periférica, 2020; 224 pp.; col. Largo recorrido; trad. de Ángeles de los Santos; ISBN: 978-8418264719. [Vista del libro en amazon.es]
La vida no tiene música de fondo, un libro póstumo de Montserrat del Amo, tiene un prólogo en el que su editora habla de la calidad humana y profesional de la autora. En él comenta que muchos de sus libros nacen de sus experiencias: de un viaje que hizo por Egipto El abrazo del Nilo, y este, en concreto, de una vez que sufrió un terremoto cuando estaba en un hotel hispanoamericano, parece que con motivo de alguna feria del libro o semejante, pues el incidente lo cuenta con simpatía y admiración Jordi Sierra i Fabra, que se alojaba en el mismo hotel: «era imposible estar triste o tener miedo en presencia de Montserrat del Amo. (…) En todas las desgracias tendría que haber una Montserrat del Amo para devolvernos un poco la esperanza y darnos una sonrisa».
Al leer la novela citada poco después de El abrazo del Nilo lo primero que pensé fue que ambas comienzan de modo parecido: se presentan los personajes, con sus conflictos familiares o personales: Marcos, Silvia, Malinka y Laura, cuatro gimnastas jóvenes que aspiran a representar a España en campeonatos futuros. Después se narra brevemente que alcanzan ese objetivo y su viaje a una ciudad hispanoamericana donde será el Campeonato Mundial. La primera noche hay un fuerte terremoto y, como Laura se había tenido que alojar por separado, acaba en un lugar diferente a los demás componentes de la expedición y perdida en la ciudad. Más adelante Marcos sale a buscarla.
Los protagonistas atraen: sus circunstancias están presentadas sobriamente pero se comunican bien las tensiones que sufren. Las descripciones propias de los ambientes en los que se mueven los personajes, también las de los barrios por los que se acaba moviendo Laura, son sencillas pero están ajustadas a las distintas situaciones: se nota la profesionalidad de la escritora, que no añade nada innecesario ni enfatiza las cosas en ningún momento. Al hilo de la narración se plantean algunos problemas sociales del lugar, con brevedad pero de modo suficiente para que los lectores se hagan cargo de la situación del país al que han llegado —corrupción política, pobreza, delincuencia…—, y, a través de los pensamientos que va teniendo Laura en su periplo, se aviva la empatía con quienes son bondadosos y generosos a la hora de ayudar a los demás.
Montserrat del Amo. La vida no tiene música de fondo (2018). Madrid: Bruño, 2018; 169 pp.; col. Paralelo cero; ISBN: 978-84-696-2330-5. [Vista del libro en amazon.es]