Hay ilustradores que hacen un buen trabajo: ponen imágenes a relatos (o a ideas o a textos), suyos o de otros, y los libros resultantes son eficaces en el presente (porque hay quien los coloca en cauces que los llevan hacia un público apropiado) pero es evidente que no durarán en el tiempo. Hay, sin embargo, ilustradores que convierten cada uno de sus trabajos en algo memorable: sus imágenes permanecerán siempre. Roberto Innocenti no sólo pertenece a esta última clase de ilustradores sino que, además, consigue que haya que destacar entre los mejores cada uno de sus libros, como Mi barco.
En él se cuenta la historia de los cincuenta años de vida de un barco mercante, desde su construcción y su primer viaje a principios de los años 30, pasando por la etapa en la que fue utilizado por la Marina de los EE.UU. durante la segunda Guerra Mundial, hasta que, después de varias travesías comerciales más, se hundió y terminó en el fondo del mar. Aunque la historia como tal es ficticia, el barco es un modelo real del que se presentan, al final, unos dibujos señalando todas sus zonas y dependencias.
Innocenti lo cuenta todo con brevísimos textos que acompañan las magníficas ilustraciones, de una a siete en cada doble página. La narración tiene interés documental pero también transmite sentido épico en algunos momentos, en situaciones de dificultad y de guerra, y calidez humana, pues trata también de las cartas del capitán a su mujer y se ven, en las escenas de detalle, variadas acciones del protagonista y los demás tripulantes. Como siempre ocurre con las detalladas imágenes que prepara Innocenti, son muchos los detalles en los fijarse.
Roberto Innocenti. Mi barco (My Clementine, 2018). Pontevedra: Kalandraka, 2018; 40 pp.; idea de Roberto Innocenti, texto final de Amy Novesky; trad. de Carlos Heras Martínez; diseño de Rita Marshall; ISBN: 978-84-8464-364-7. [Vista del libro en amazon.es]