Al leer ¡El lobo no nos morderá!, de Emily Gravett, me vino a la cabeza enseguida un álbum de argumento semejante: Comer un lobo, de Vincent Bourgeau y Cédric Ramadier. Gravett presenta tres graciosos cerditos, uno vestido como domador, otra como bailarina y otro como mago de circo, que presumen de lo bien entrenado que tienen a su lobo: lo hacen subirse a un taburete, le colocan un lazo enorme, lo hacen pasar por un aro, etc. Y alardean de que pueden conseguir que el lobo haga cualquier cosa pero que no les morderá.
La idea es buena, pues está bien advertir a los cerditos que los lobos son lobos, pero argumentalmente no es el mejor álbum de Gravett, pues no añade nada nuevo al juego de invertir papeles en los cuentos populares, o al de fingir que los inviertes. Pero los dibujos son tan simpáticos como cualquiera que conozca a la ilustradora puede suponer, la secuencia de imágenes está medida pues la estructura en episodios lo facilita, las guardas inicial y final sintetizan bien el contenido, y es excelente la forma de componer cubierta y contracubierta para que formen una unidad y sean el punto de partida del libro.
Emily Gravett. ¡El lobo no nos morderá! (Wolf Won’t Bite!, 2018). Barcelona: Picarona, 2018; 32 pp.; trad. de Joana Delgado; ISBN: 978-8416648245. [Vista del álbum en amazon.es]