En relación a qué clase de libros desean los niños, Roberto Innocenti da su opinión, de acuerdo con su experiencia: «Por mucho que los editores digan que hay que ser sencillo con los niños, he descubierto que los niños no tienen ese peso extra de tristezas, recuerdos, pensamientos, estrés…, todo eso que tenemos los adultos. Tienen la mente libre y, por tanto, abierta. Si les pones delante una cosa complicada, se divierten muchísimo desmontándola e intentando comprenderla. De modo que no es necesario simplificar. Una cosa es la simplicidad y otra es la simplificación que se ha impuesto al mundo entero».
Cuenta también que, una vez, se convocó un premio, en Ginebra, el que había dos jurados, uno compuesto por niños y otro por adultos, que debía dictaminar qué libros infantiles, de unos u otros autores, eran mejores. Quedaron dos finalistas, Tony Ross y él. Innocenti dice que suponía que los niños votarían a favor de Ross y los adultos a su favor, pero fue al revés. El jurado de los niños explicó sus motivos a favor de Innocenti diciendo que su libro «estaba bien dibujado, lleno de detalles, se podía leer hasta tres o cuatro veces y aún se descubría algo nuevo, y además suscitaba curiosidades y preguntas. La profusión de detalles no bloqueaba la curiosidad, sino que provocaba nuevas preguntas». En cambio, el jurado de los adultos opinó que Ross «era divertido y que, por tanto, debía de gustarles a los niños». Y continúa Innocenti diciendo que, desde luego, Tony Ross es divertido, pero que «se da muchas veces esta extraña situación: como casi siempre son los padres, es decir, los adultos, quienes compran los libros para los hijos, a ojos suyos mis libros parecen demasiado complejos para niños».
Roberto Innocenti. El cuento de mi vida. Una conversación con Roberto Innocenti (La mia vita in una fiaba, 2012). Entrevista de Rossana Dedola. Pontevedra: Kalandraka, 2016; 128 pp.; trad. de Carlos Acevedo; ilustraciones de obras de Innocenti; ISBN: 978-84-8464-265-7. [Vista del libro en amazon.es]