Supersorda, de Cece Bell, es un buen cómic de corte autobiográfico. En veintiún capítulos se cuenta primero que la protagonista tiene meningitis de pequeña y se queda sorda, luego el proceso de adaptación a los audífonos, después el momento en el que acude al colegio con un audífono especial para oír a los profesores… El título revela que, cuando descubre que su audífono especial le permite oír comentarios de sus profesores aunque estén muy lejos, piensa que tiene poderes especiales y se imagina a sí misma como una superheroína.
La historia habla de los vaivenes por los que pasan sus relaciones con sus compañeras y compañeros de clase, los temores que la bloquean y las dificultades que tiene, aunque tanto sus padres como sus profesores son personas cercanas y dispuestas a facilitarle las cosas. En un epílogo la autora dice que su cómic «se basa en mi infancia» y señala que «me interesó más plasmar mis sentimientos concretos de niña con problemas de audición que ser fidedigna en los detalles». Es decir, que aunque procuró no retratar exactamente a nadie, «las sensaciones que sentía de niña son todas ciertas. Fui una niña sorda rodeada de niños que oían. Me sentía diferente y no lo veía como nada bueno».
El relato se podría poner en paralelo con Sonríe, de Raina Telgemeier. Aunque las figuras de Cece Bell no son «realistas» pues tienen aires conejiles —orejas y hocicos—, los escenarios son más simples y los personajes más esquemáticos, sí se pueden comparar los contenidos, el tono y la confección de la historia. Todo se cuenta con claridad, señalando bien los graciosos momentos imaginativos de la heroína, con unas nubecillas que rodean las viñetas, e indicando con globos de texto en blanco los momentos en los que la protagonista no escucha lo que le están diciendo.
Cece Bell. Supersorda (El Deafo, 2014). Madrid: Maeva Young, 2017; 248 pp.; color de David Lasky; trad. de Jofre Homedes Beutnagel; ISBN: 978-84-17108-16-8. [Vista del libro en amazon.es]