De un mundo que ya no está, memorias de infancia de Israel Yehoshua Singer, es una lectura muy amena para quien esté interesado en las vidas de los judíos centroeuropeos en el siglo XIX y primeras décadas del XX. Este relato, complementario con los de su hermana Esther Singer Kreitman y su hermano Isaac Bashevis Singer, formaba parte de la intención del autor de contar su historia y la de su familia hasta que llegó a los EE.UU. en 1933, pero a su muerte sólo dejó escrito lo relativo a su infancia y primera adolescencia. Su tono es amable pero por momentos tiene la aspereza de las memorias de su hermana Esther y no alcanza la calidez que sí tiene la narración de su hermano Isaac, mucho más joven que él y que no está presente durante lo que se cuenta aquí.
Se desarrolla, casi por completo, en el pueblo, o shtetl, de Lentshin, cerca de Varsovia, aunque hay también unos capítulos sobre sus estancias en el pueblo de su abuelo materno, Bilgoray, también rabino como su padre pero de mucho más rango. La personalidad timorata y sumisa de su padre, y la superioridad intelectual de su madre, que tampoco era muy buena ama de casa, hacen que para el autor su hogar fuese sombrío y que prefiriese la calle. Sus primeros maestros en el judaísmo tampoco fueron muy atractivos, y si acontecimientos como la muerte de sus hermanas pequeñas ya supusieron un golpe para su fe en la bondad de Dios, según cuenta, el que no se cumpliera la venida del Mesías cuando todos en su entorno lo esperaban también hizo que su confianza en las palabras de los textos sagrados quedase duramente dañada.
«Desde la primera infancia, en mí ardía una insaciable curiosidad por las personas y sus actos», afirma el narrador, y a través de sus ojos vemos ambientes, personajes y anécdotas singulares. Habla de las tensiones familiares y sociales que percibe a su alrededor, también de algunos momentos de persecución por parte de la población cristiana, de las costumbres que impregnaban la vida judía como las celebraciones del Sabbat, o de los juicios de tipo matrimonial en los que mediaba su abuelo y de su costumbre de acoger y dar de comer a los mendigos en su propia casa (con gran enfado de su mujer). No faltan las bromas, como cuando habla del consuegro de su abuelo, «el autor de numerosos libros según los cuales todo está prohibido», a quien su abuelo le dice: «¡Ah, reb Yeshaya! No para usted de descubrir lo que los judíos no deben comer. Eso no tiene mucho mérito. Mejor sería descubrir lo que sí les está permitido. Los indigentes necesitan comer, reb Yeshaya».
Israel Yehoshua Singer. De un mundo que ya no está (Fun a Welt Wos Iz Nishto Mer, 1943). Barcelona: Acantilado, 2020; 308 pp.; trad. de Rhoda Henelde y Jacob Abacasís; ISBN: 978-84-17902-31-5. [Vista del libro en amazon.es]