No hay palabras: Asumir la muerte de un hijo, de Francesc Torralba, es un libro testimonial y reflexivo en el que su autor, catedrático de Filosofía en Barcelona, cuenta con dolor y serenidad el fallecimiento de su hijo Oriol durante una excursión que hacían ambos por los Picos de Europa, y reflexiona sobre lo que significó y significa esa muerte para él.
Explica que no quiso escribir en caliente porque, dice, «un libro no tiene que ser un vertedero emocional, ni un cubo de resentimiento y de ira contra la vida». Habla de que la muerte de un hijo «es una ausencia radical que no se supera ni se asimila» y, por eso, en el subtítulo no usa la palabra «asimilar», que tiene un sentido intelectual, sino «asumir», que tiene un significado cordial. Aclara que no pretende transferir su experiencia: el suyo «es un ensayo testimonial», escrito en primera persona del singular «pero no con la voluntad de transportarla mentalmente a los lectores» o de «que se hagan una idea o de que la palpen en su alma»: «es un ejercicio de exteriorización».
Hace observaciones y precisiones que tienen interés: piensa que «para expresar más correctamente» algo así, «son más idóneas las nociones de presencia y ausencia que la de pérdida», palabra que no le parece idónea para referirse al final de la vida de alguien: «Perdemos las llaves, los papeles, el móvil. El verbo perder se aplica, de entrada, a objetos tangibles, aunque también podemos referirnos a realidades intangibles, como una competición deportiva, unas oposiciones a la judicatura, el tiempo, la memoria, la ilusión, el deseo sexual o, incluso, las ganas de vivir. Es fácil que esta última pérdida tenga lugar durante el complejo proceso de aceptación de la nueva vida, de las nuevas circunstancias. Pero las personas, cuando mueren, no se pierden. Cesan de existir».
Son muchas las consideraciones valiosas que, serenamente, va formulando el autor:
—Mi hijo ha atravesado el umbral de la muerte. «Esperamos que sea eterna y que nos reencontremos en otra dimensión, pero no lo sabemos con seguridad. Yo lo creo, y este acto de fe es una fuente de esperanza. Me abre los ojos a un posible reencuentro más allá, en otra dimensión que trasciende al espacio, al tiempo y a cualquier categoría conceptual».
—«Solo un Amor Infinito, más allá del tiempo y del espacio, un Amor Eterno, puede derrotar a la muerte. En eso consiste, en última instancia, creer: abandonarse totalmente a este Amor, confiar en que mueve el universo y que es más fuerte que la muerte, esperar que haga nacer algo de la nada y que transforme en un cuerpo vivo lo que estaba inerte. Una vida en la eternidad».
En esta entrevista el autor explica más cosas.
Francesc Torralba. No hay palabras: Asumir la muerte de un hijo (No hi ha paraules: Assumir la mort d’un fill, 2024). Now Books, 2024; 224 pp.; trad. de Ricard Gil Giner; ISBN: 978-8416245703. [Vista del libro en amazon.es]
























