El árbol de las mentiras, de Frances Hardinge, es una novela bien escrita y construida que se resiente, sin embargo, de que hay en ella demasiados ingredientes: caserón de aires góticos, ambientes sociales asfixiantes, menor consideración social de las mujeres, revuelo entre clérigos por las doctrinas evolucionistas, rivalidades académicas furiosas, un asesinato intrigante, una planta misteriosa con poderes asombrosos…
Siglo XIX, Inglaterra. El clérigo y naturalista Erasmus Sunderly, junto con su familia, viaja a la isla de Vane para participar allí en unas excavaciones. También, según sabremos, está huyendo de algunas noticias que ponen en duda su integridad profesional. Todo se cuenta desde la perspectiva de su joven hija Faith, una chica exteriormente modosa pero con una gran ambición interior de ser científica. Enseguida comienzan los problemas para ellos pues los rumores han llegado a Vane. Además fallecerá Erasmus en circunstancias extrañas y, aunque la madre de Faith desea que se piense que ha sido un accidente, todo parece indicar que ha sido un suicidio —lo que impide que se le pueda enterrar cristianamente—, pero Faith está segura de que ha sido asesinado.
Se siguen con interés los incidentes de la historia, que avanza de revelación en revelación, aunque algunos pasos argumentales parezcan algo forzados y algunas maniobras de Faith sean demasiado laboriosas. Son eficaces las descripciones que ponen de manifiesto el mundo interior en ebullición de la heroína, cuya afirmación personal como científica es el punto central de la novela. Tienen fuerza varios personajes secundarios que bien podrían estar sacados de novelas de las Brontë. La novela cambia de tono cuando quedan claros los poderes, llamémosle sobrenaturales, de la planta que oculta el padre de Faith —«un árbol que desvelaba los secretos del mundo»—, y cuando los sueños que inducen sus frutos alucinógenos conducen a revelaciones decisivas. Esta irrupción tan fuerte de lo fantástico quita peso a los aspectos de intriga, de crítica social y de reconstrucción histórica que tiene la novela.
Por otro lado, en ella se vuelve a cuestiones muy tratadas ya, como con ánimo de rematar a quien ya está bien muerto. Por ejemplo, Faith se lamentará de que «su ropa era opresiva: no podía pasar por un camino polvoriento, ni desafiar la lluvia, ni sentarse sobre una silla de mimbre, ni apoyarse sobre una pared encalada sin estropear alguna parte del vestido, ensuciarlo, desgastarlo o darlo de sí»; a su hermano Howard le ponen la manga izquierda cosida para que tenga que usar la derecha y, cuando vaya al colegio, al cumplir los ocho años, no sea zurdo; un tipo, entusiasmado con la craneometría, sostiene que la inteligencia de las mujeres es menor porque su cráneo es más pequeño (no hace falta decir que recibirá su merecido)… Las ilustraciones grandes, algunas de página completa y otras presentes en los márgenes de muchas páginas, contribuyen al clima inquietante de la novela.
Frances Hardinge. El árbol de las mentiras (The Lie Tree, 2015). Barcelona: Bambú, 2017; 486 pp.; col. Exit; ilust. de Chris Riddell; trad. de Roser Vilagrassa; ISBN: 978-84-8343-514-4. [Vista del libro en amazon.es]