He añadido voces en el diccionario a Isabel Minhós Martins y a Bernardo P. Carvalho.
He añadido voces en el diccionario a Isabel Minhós Martins y a Bernardo P. Carvalho.
Si ayer puse una primera nota de Galicia borrosa, pongo hoy otra distinta, que se refiere a una peculiaridad importante del país que, para los analistas más superficiales y menos cultos, pasa inadvertida por más que esté bien a la vista: en ningún lugar del mundo abundan, como en Galicia, no sólo los cruceiros —a los que se refiere Castelao en un texto que puse cuando hablé un poco de Cosas—, sino los petos de ánimas.
«El Purgatorio es un lugar “borroso”, a medio camino entre el cielo y el infierno», cuya existencia fue predicada en la Edad Media «por las órdenes mendicantes de los frailes franciscanos y dominicos, que por toda Galicia extienden la creencia en ese nuevo lugar de tránsito y espera. Este sistema de creencias permite y alienta que los vivos puedan interceder por los muertos. El purgatorio permite «acordos e trasacordos» entre vivos y muertos, interceder por las ánimas mediante misas y oraciones, de ahí que los cruceiros y petos de ánimas que forman parte esencial de nuestro paisaje y de nuestros folletos turísticos, tengan este origen borroso y se levanten en las encrucijadas de los caminos pidiendo una oración al caminante para que aquel que mandó levantarlo, pueda ir poco a poco abandonando ese purgatorio provisional que lo acoge. También tenemos en Santiago de Compostela [una de las pocas iglesias] de toda la cristiandad consagrada a estas ánimas benditas. El purgatorio es, como diría Gondar, un lugar entre el sí celestial y el no infernal. Incluso podría ocurrir que fuera un más allá propiamente gallego».
Santiago Lamas. Galicia borrosa (2004). Sada (A Coruña): Ediciós do Castro, 2004; 199 pp.; col. Publicacións do Seminario de Estudos Galegos, Cadernos da Área de Pensamento; ISBN: 84-8485-163-X.
Tal vez la mejor manera de hablar de Galicia sea, o al menos esta es la forma en que yo lo hago, recomendar libros que, de distintos modos, la describen bien o presentan bien sus rasgos. Así, escenas como las descritas por Castelao en Cosas, los retratos de personajes singulares que hace Alvaro Cunqueiro, un libro como Un país de palabras, otro como Otra idea de Galicia… Y, en esa relación, aunque prácticamente solo pueda encontrarse en bibliotecas, desde hace meses incluyo Galicia borrosa, de Santiago Lamas, un estudio muy completo —como se puede comprobar si se consulta su extensa bibliografía—, escrito en gallego y no traducido al castellano, de antropología cultural y social en el que se intenta dilucidar la identidad cultural y social de Galicia.
El autor acuñó en este libro expresiones que luego usaron, y siguen usando muchos, como la de «Galifornia» para la Galicia costera de clima agradable, la que en términos más políticamente correctos se denomina Eje Atlático; o la de «Garizona», para la Galicia interior de climas más extremos y con problemas poblacionales.
Puede dar idea de su estilo culto y poblado de digresiones enriquecedoras, para quien más o menos lea gallego, echar un vistazo a un blog en el que se recoge un texto del libro dedicado a los ríos pues, como dice Cunqueiro, Galicia es el país de los diez mil ríos o de las diez mil fuentes.
El tono irónico se puede ilustrar con algunas explicaciones que da sobre cómo funcionan en Galicia las reglas conversacionales de Paul Grice (que se pueden comparar con este texto sobre lo mismo, también bromista pero certero, de Umberto Eco). Yo las adapto a continuación:
Cantidad. Procure que su contribución a la conversación no sea completa. Ejemplo: —¿Qué tal se encuentra usted?, pregunta el médico; —Vamos yendo, contesta el paciente.
Calidad. Haga que su contribución a la conversación no aporte “directamente” toda la información necesaria. Ejemplo: —¿Se puede ir por aquí para llegar a…? —Se puede, aunque yo no iría.
Relación. Deje implícito todo lo que no sea necesario. Ejemplo: —¿Pasa por aquí el autobús? —Ayer pasó.
Modo. No sea demasiado transparente; enumere los marcadores de contexto. No sea muy claro, proceda dando vueltas y revueltas. No sea breve, dé a conocer mucha información. Ejemplo: —¿Dónde está Brais? —Vi un Mercedes rojo en la puerta de la casa de Antía.
Santiago Lamas. Galicia borrosa (2004). Sada (A Coruña): Ediciós do Castro, 2004; 199 pp.; col. Publicacións do Seminario de Estudos Galegos, Cadernos da Área de Pensamento; ISBN: 84-8485-163-X.