Si los libros que ha publicado hasta el momento Echeve son singulares y excepcionales —aquí hablé de Plan B, en su momento cité también Mar—, el último, Flores inventadas. Ficción botánica para colorear y soñar, lo es más todavía. En las páginas derechas se presentan, con dibujos en blanco y negro, 15 flores más o menos imaginadas —Margarita transparente, Azucena geométrica, Orquídea de corazones, etc.—, y en las izquierdas van acompañadas de unos textos ingeniosos y literariamente magníficos —de cada flor se habla de Familia, Floración, Descripción, Usos, Hábitat y costumbres, Amenazas—. Como se puede esperar del autor, es un libro con tipografía y diseño pensados para que sea muy legible y agradable a la vista. En este enlace se da información: se ven muchas de las páginas del libro y se puede leer alguna, se cuentan circunstancias de su composición, hay más datos acerca del autor, se indica cómo se puede adquirir.
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Flores inventadas. Ficción botánica para colorear y soñar
Álbumes (libros-juego: tridimensionales, especiales) ● 12 años: lectores adolescentes | Álbumes (libros-juego: tridimensionales, especiales) | 5 diciembre, 2020
Un cuento de Navidad para Le Barroux
Navidad (relatos) ● Navidad (relatos) | 4 diciembre, 2020
Un cuento de Navidad para Le Barroux, de Natalia Sanmartin Fenollera, es una historia compuesta, como se explica en la contracubierta y en la dedicatoria, a petición de la abadesa de un monasterio benedictino francés. La autora, que abre su relato con dos páginas en las que se contienen algunas invocaciones a la Virgen y una cita de san Bernardo, desea hablar del misterio de la vida y del misterio de la muerte de modo poético y sugerente pero sin abusivas simplificaciones: «las “perspectivas sin explicación” forman parte del efecto literario» decía Tolkien. Los dibujos a carboncillo de la norteamericana Michaela Harrison —que me han hecho pensar en las ilustraciones de Maurice Sendak en Al otro lado, una historia que nada tiene que ver con esta pero que también habla de un mundo más allá del nuestro—, ocupan una doble página, o dos, en cada capítulo, y transmiten la calidez familiar y el ambiente invernal y un tanto abigarrado propios de celebraciones navideñas como las del relato.
En un primer capítulo, en tercera persona, se habla de una mujer enferma en cama y de su hijo. Luego, en siete capítulos más, ya en primera persona, el niño habla de que su madre murió cuando tenía ocho años, rememora las cosas que le decía, da unas pocas pinceladas de su vida familiar, y explica que, pasados tres años desde la muerte de su madre, ya le resultaba difícil creer en todo lo que le contaba: «Mirad el cielo—nos decía siempre en Nochebuena—, fijaos en todas esas estrellas, en todos esos millones de galaxias y de constelaciones, en todo el firmamento. Dios encerró una noche como esta el cielo entero dentro de una pequeña cueva en Belén para que su Hijo pudiese jugar con ellas». El narrador, una de cuyas referencias es El Gran Libro de los Héroes de la Biblia, recuerda lo que leyó acerca de hombres que pidieron una señal a Dios y cómo, al fin, Dios se la mandó: por eso, a pesar de sus dudas sobre lo que su madre le había contado, sigue pidiendo una señal, cualquier señal, «para estar seguro de que lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad».
Desde un punto de vista formal hay que destacar el encanto de un narrador que puntúa su relato con toques propios de la forma de razonar de un niño sencillo y algo redicho. Así, se plantea una vez que «si hay unas llaves tiene que haber una puerta. Parece de sentido común, como dice la abuela, pero en realidad es lógica deductiva, lo pone en El Gran Libro de las Maravillas de la Ciencia», otro de sus libros de referencia. O, por ejemplo, en otra ocasión explica que a su abuela le dolían los huesos al arrodillarse, «porque cuando te haces mayor te duelen los huesos y aún más con el frío. Seguro que también le dolían a Abraham, pero no tanto como a la abuela, porque en su tierra hacía más calor que en la nuestra».
En cuanto a los contenidos apunto dos consideraciones además de las que hace la autora en esta buena entrevista. Una, que en el hecho de que, tal como repite varias veces, el protagonista vea que no es capaz de recordar el rostro de su madre aunque piensa en ella constantemente, se ve que siente la misma nostalgia invencible de un Marcelino pan y vino y que también él es de los que «creen que añoran el pasado, pero en realidad su añoranza tiene que ver con el futuro», la cita del cardenal Newman con la que la autora comenzaba El despertar de la señorita Prim. Otra, que al chico le han dicho que todas las cosas ocurren «bajo la atenta mirada de Dios» y por tanto sabe que hay que rezar para escuchar, cuando lleguen, las respuestas que uno necesita: sabe, aunque no sea capaz de conceptualizarlo así, que determinados sucesos de la vida hay que reconocerlos como señales que —decía C. S. Lewis en Cautivado por la alegría— «no son la ola, sino la señal dejada por la ola en la arena», señales cuya importancia no está en ellas mismas sino en la realidad de la que nos hablan.
Natalia Sanmartín Fenollera. Un cuento de Navidad para Le Barroux (2020). Barcelona: Planeta, 2020; 72 pp.; ilust. de Michaela Harrison, ISBN: 978-8408218920. [Vista del libro en amazon.es]
El gran rompecabezas
Novelas de profesor ● 15 años: lectores jóvenes | Narrativa: Vida diaria | Novelas de amor juvenil | Novelas de profesor | Novelas de vida diaria (infantiles y juveniles, españolas e iberoamericanas) | 3 diciembre, 2020
Como he dicho ya más veces, entre las novelas para y sobre adolescentes abundan las llamadas «novelas de profesor»: relatos contados por alguien con experiencia en el trato con jóvenes, con personajes que intentan componer el rompecabezas de sus vidas cuando pasan por momentos críticos —con frecuencia el del primer enamoramiento, a veces otros conflictos personales o familiares—, y en los que los autores pretenden como poner a los lectores enfrente de un espejo para que vean que sus inquietudes las han tenido antes otros y así ofrecerles caminos de salida esperanzadores. Como corresponde a la biografía y a la formación de sus autores, suelen ser novelas escritas con cuidado, en las que los diálogos y las consideraciones que se hacen son como destilados de horas de conversaciones previas, mantenidas o escuchadas, y de ahí que haya formulaciones conseguidas que, siendo reales y convincentes, son difíciles de hacer en la vida cotidiana.
A este tipo de novelas —como Anagnórisis, Vigo es Vivaldi, El tesoro de Fermin Minar, por citar algunas de hace años que vale la pena conocer—, pertenece El gran rompecabezas, de Cristián Sahli Lecaros. Su protagonista y narrador es Miguel Russo, un chico chileno que, cuando viaja con sus amigos Felipe y Pedro al Parque Torres del Paine, en la Patagonia, conoce a una excursionista, Almudena, que resulta ser la hija de un diplomático español, y a un viejo danés solitario con una historia personal dolorosa. Progresa luego el enamoramiento entre Miguel y Almudena, y al mismo tiempo la narración nos pone delante los problemas que tienen Felipe —sus padres estuvieron separados un tiempo, no parece ir bien el trato con su novia, a su padre le diagnostican una grave enfermedad—, y Pedro —un chico alocado con problemas de drogas, alcohol y sexo, y con unos padres bruscos que no le ayudan—.
La novela está bien escrita. Para picar la curiosidad del lector se van dejando cabos sueltos que se atan más adelante. Como en la novela previa del autor, también aquí una enfermedad grave resulta decisiva para provocar un vuelco en la vida de algunos personajes. El mundo interior de Miguel está bien desplegado y su indecisión y sus enfados pueden llegar a resultar exasperantes. Tal vez resulte menos convincente o menos necesaria la figura del aventurero danés pero, en cualquier caso, añade otro punto de interés a la trama. Se apuntala la atención de algunos lectores con escenas de competiciones deportivas —de partidos de fútbol de Miguel, de carreras de vallas de Almudena—. Se dan también, y esto es muy típico de las novelas de profesor, lecturas que han gustado al protagonista —como La historia interminable o La dama de blanco, entre otras—, y hay quien le recomienda otras novelas con protagonistas jóvenes enamorados como Blanca como la nieve, roja como la sangre y . Lo que el infierno no es
Cristián Sahli Lecaros. El gran rompecabezas (2020). Madrid: Palabra, 2020; 240 pp.; col. Astor; ISBN: 978-8413680095. [Vista del libro en amazon.es]
Mi Lazarilla, Mi Capitán
Álbumes (convivencia: paseos) ● 09 años: lectores niños | Álbumes (convivencia: paseos) | Álbumes ilustrados | 2 diciembre, 2020
Que recuerde ahora, dos álbumes excelentes que cuentan un paseo urbano entre padre e hija y entre madre e hija, en el que los dos protagonistas van haciendo distintos descubrimientos, son Un camino de flores y Espera. A ellos se les puede sumar otro con igual hilo y con un contenido semejante: Mi Lazarilla, Mi Capitán, de María Girón y Gonzalo Moure. La narradora es una niña con problemas de visión, cuyo padre sí está completamente ciego. Con motivo del paseo que dan hasta el colegio, la chica describe lo que ve confusamente, lo que oyen y lo que imaginan, el juego que practican de acertar coches-animales (Panda, Escarabajo, Jaguar…), etc. La prosa tiene calidad y el tono del relato es alegre. Las ilustraciones presentan cálidos dibujos de figuras realistas y escenarios urbanos... Leer más