He leído Tragedia en el tribunal, de Cyril Hare, movido sobre todo por el comentario, que figura en la contracubierta, de alguien tan de fiar como P. D. James, en el que aplaude la elegancia y el ingenio de la que, según muchos, dice, es «la mejor novela detectivesca inglesa ambientada en el mundo de la justicia». El argumento, formulado de forma esquemática, es que un juez importante recibe amenazas de muerte, que él no se toma en serio, pero sí su esposa, una jurista mucho mejor que su marido. Esto se complica con que un día el juez, algo bebido, atropella a un viandante, que resulta ser un pianista a quien se le rompe un dedo: tanto la denuncia que puede presentar contra él, como la indemnización si llegan a un acuerdo extrajudicial, ponen en peligro su carrera.
Los elogios que mencioné tienen su lógica: el autor fue un juez y abogado prestigioso que, por tanto, sabe de lo que habla; la descripción de los escenarios y de los personajes está cuidada; el planteamiento de los conflictos va, poco a poco, quedando claro. Sin embargo, la novela no es para cualquier lector: se desarrolla en los primeros años de la segunda Guerra Mundial cuando unos jueces itinerantes, con su equipo, recorrían algunas ciudades para impartir allí justicia, unos ambientes que suenan lejanos; aunque son interesantes los choques que van dándose entre personalidades distintas, todo va centrándose cada vez más en finos pormenores jurídicos. Además, algunos comportamientos relacionados con la resolución del caso no me han parecido ajustados a las personalidades descritas antes de los personajes: todos podemos cometer un crimen pero no todos podemos cometer cualquier crimen, como más o menos decía Chesterton.
Cyril Hare. Tragedia en el tribunal (Tragedy at Law, 1942). Madrid: Siruela, 2020; 304 pp.; col. Libros del tiempo; trad. de Esther Cruz Santaella; ISBN: 978-84-17996-58-1. [Vista del libro en amazon.es]