Por un ateísmo tecnológico. La cultura frente a la civilización informática reúne siete ensayos y conferencias de Neil Postman (1931-2003) entre los años 1987 y 2000. No aportan ideas nuevas a quien ya conozca sus libros publicados en España La desaparición de la niñez (1982), Divertirse hasta morir (1985) y Tecnópolis. La rendición de la cultura a la tecnología (1993). Pero sí aportan un resumen, claro y sintético, de las advertencias que daba el autor en aquellos libros acerca de lo que hace la tecnología a la cultura y, más todavía, de lo que la tecnología deshace en una cultura. Son conclusiones obtenidas después de treinta años dedicados al estudio de los cambios tecnológicos, dice Postman, que todas las personas deberían saber para dejar de vivir el cambio tecnológico como sonámbulos.
En La perspectiva conservadora (1987) Postman se declara conservador en el sentido de que no comparte la devoción por el progreso y la tecnología propia de sus compatriotas; un ejemplo de su ironía se ve cuando explica que los anuncios publicitarios hablan de productos y mercancías igual que la historia de Jonás nos habla de la anatomía de las ballenas, y que «los anuncios tratan de valores, mitos y fantasías».
En Informarse hasta morir (1990) dice que la tecnología siempre ofrece un pacto fáustico: da y quita, favorece a unos y perjudica a otros, y en ocasiones destruye más de lo que crea; aquí recurre a una conocida frase de Thoureau: «todos nuestros inventos no son sino medios mejorados para fines no mejorados».
Por un ateísmo tecnológico (1992), el ensayo que da título al libro, aclara cómo la tecnología es autónoma y acaba escapando al control de quienes la usan, y cómo la devoción por la tecnología puede cegar a quien se plantea el por qué y el para qué de la educación.
Los ludditas, la enseñanza y la vida (1993) trata de que los problemas que ha de afrontar la educación son de naturaleza social y moral, y no tecnológicos; entre otras cosas subraya que la escuela debe ayudar a los estudiantes a ignorar y a descartar información que les llega, y a comprender en qué forma la tecnología moldea la conciencia.
Seis preguntas para defendernos de la tecnología (1997) son: ¿Qué problema soluciona una nueva tecnología?, ¿De quién es el problema?, ¿Qué nuevos problemas se crean al solucionar uno viejo?, ¿Quién podría resultar dañado por una solución tecnológica?, ¿Se gana o se pierde con los cambios introducidos por las nuevas tecnologías?, ¿Quién adquiere poder gracias al cambio tecnológico?
Las cinco advertencias sobre el cambio tecnológico (1998), como siempre bien acompañadas de buenos ejemplos históricos, son estas: La cultura siempre paga un precio por la tecnología, Siempre hay ganadores y perdedores en el cambio tecnológico, Toda tecnología esconde una idea-fuerza, El cambio tecnológico no es aditivo sino ecológico, La tecnología tiende a hacerse mítica.
En relación a esta última cuestión dice que siempre que piensa en ella le vienen a la cabeza las palabras de Juan Pablo II cuando dijo: «La ciencia puede purificar a la religión del error de la superstición. La religión puede purificar a la ciencia de la idolatría y de los falsos absolutos», pues el entusiasmo por la tecnología puede volverse una especie de idolatría y nuestra creencia en sus beneficios puede ser un falso absoluto.
En El humanismo de la ecología de los medios (2000), después de aclarar que un medio es una tecnología dentro de la cual crece una cultura, es decir, da forma a la política, la organización social y las formas habituales de pensar en una cultura, se hace tres preguntas: ¿En qué medida contribuye un medio a los usos y al desarrollo del pensamiento racional?, ¿En qué medida contribuye un medio al desarrollo de los procesos democráticos?, ¿En qué medida los nuevos medios permiten un mayor acceso a una información significativa?
Al final de este último texto indica que debemos dedicar más tiempo a ver qué papel desempeñan los medios en corromper o purificar nuestra moralidad, y apunta que tal vez hay algo siniestro tras el brillo del ingenio tecnológico… Dice también que si los niños sufren abusos y las mujeres son maltratadas, esto no tiene que ver con un déficit de información o con el progreso tecnológico: las soluciones a esos problemas están en otra parte, cosa de la que gente como Bill Gates y John Negroponte nunca se han dado cuenta y es improbable que lo hagan.
Neil Postman. Por un ateísmo tecnológico. La cultura frente a la civilización informática. Madrid: Ediciones El Salmón, 2024; 128 pp.; selección, trad. y notas de Salvador Cobo; ISBN: 978-8412762822. [Vista del libro en amazon.es]