Robo al amparo de la ley fue un libro escrito por Evelyn Waugh acerca de la situación de México el año 1939 cuando el presidente Lázaro Cárdenas había ordenado la expropiación petrolera. La exposición es modélica —ordenada, documentada, reflexiva, muy bien escrita—, todo un ejemplo de gran reportaje periodístico. De más está decir que es un libro que se ha quedado atrás, pero precisamente por eso es admirable que, al leerlo, deje la sensación de que, por un lado, la historia de México hasta llegar a ese momento concreto queda muy bien explicada, y de que, por otro, tienen permanente validez muchas consideraciones que va dejando caer Waugh sobre cuestiones de tipo general.
Véanse algunas:
—Los artistas y el poder. «Creo que el arte es una función natural del hombre; da la casualidad de que buena parte del arte más grandioso ha surgido dentro de sistemas de tiranía política, pero no creo que tenga relación alguna con un sistema en particular, mucho menos con un gobierno representativo, como se ha vuelto una creencia particular en estos días (…); los artistas siempre han dedicado algo de su tiempo libre a lisonjear al gobierno que los rige, así que es natural que, ahora, los artistas (…) sean veleidosamente democráticos».
—Las leyes y los gobernantes. Tiempo atrás «la ley era la sabiduría y la moralidad de la gente, heredada y en muchos sistemas revelada por la divinidad. El buen rey era el que la administraba; el mal rey permitía que se violara o la violaba él mismo; él era súbdito de la ley, no su creador. Sin embargo, en la actualidad la ley es una mera formulación de los caprichos del partido en el poder. Se utiliza para el experimento social; se “ensaya” en la gente y se abandona con ligereza si demuestra su impopularidad. Los dirigentes llegan al poder, sobre todo, gracias a la promesa de crear nuevas leyes o de revocar leyes antiguas. Como consecuencia, la ley se ha vuelto mucho más estrecha».
—Barbarie y civilización. «La civilización carece de fortaleza propia, excepto la que recibe de su interior. Sufre ataques constantes y seguir avanzando consume la mayor parte de la energía de los hombres civilizados. En cada nación hay ideas y clases criminales y la primera medida de toda revolución, en sentido literal y metafórico, es abrir las prisiones. La barbarie nunca se derrota definitivamente; dadas las circunstancias propicias, hombres y mujeres que parecen ser lo bastante disciplinados cometerán todas las atrocidades imaginables. El peligro no está solo en los rufianes de costumbre; todos somos reclutas en potencia del anarquismo. (…) Cuanto más elaborada la sociedad, más vulnerable se vuelve a los ataques y tanto más absoluto el colapso en caso de una derrota. En una época como la actual es notablemente precaria. Si cae, no sólo veremos la disolución de unas cuantas sociedades anónimas sino de los logros materiales y espirituales de nuestra historia».
Evelyn Waugh. Robo al amparo de la ley (Robbery under Law, 1939). Madrid: Homo Legens, 2008; 318 pp.; col. Bibliotheca Homo Legens; trad. de F. José Mampara; ISBN: 978-84-936061-5-2. [Vista del libro en amazon.es]