Dieciocho años después de Mi nombre es Asher Lev, Chaim Potok escribió una continuación titulada El don de Asher Lev. Su protagonista y narrador es ahora un conocido pintor que vive con su mujer y sus dos hijos pequeños, niña y niño, en el sur de Francia. El repentino fallecimiento de su tío Yitzchok le hace volver a Brooklyn, donde se reencuentra con su familia y la comunidad jasidí ladovita de la que había sido expulsado. Una vez allí, diversos acontecimientos, como la especial conexión que se da entre su pequeño hijo y el viejo Rebe que lidera los ladovitas, provocarán un giro en la vida de Lev.
Potok da continuidad en esta obra al retrato del artista y su mundo que realizó en la primera entrega, e introduce al lector en la forma de vivir y en los conflictos de una comunidade jasidí que se había asentado en América en la primera mitad del siglo XX: la novela se inspira en la historia y los debates que hubo en el interior del movimiento Jabad-Lubavich acerca de la muerte y sucesión de su Rebe, el rabino jefe. Abundan las descripciones de las costumbres jasidíes y también son muchas las referencias al arte contemporáneo, en especial a Picasso, a quien Asher Lev tiene como referencia.
Los diálogos son magníficos, las descripciones son detallistas y coloristas. La novela contiene un Glosario final con términos propios del mundo judío. Algunos retazos de los diálogos son éstos:
Cuenta Asher Lev que una vez su tío Yitzchok intentó disculparle ante su padre por haber pintado cuadros que su padre consideraba ofensivos:
«—Haz las paces con tu hijo (…). No puede evitar lo que hace.
—Los animales son los que no pueden evitar lo que hacen —fue la respuesta de mi padre».
En una ocasión le pregunta su padre, al verle afectado por las críticas que algunos críticos habían hecho a su última exposición:
«—¿Son importantes los críticos, Asher?
—Los críticos importantes, sí. Te dicen lo que ya sabías y te da miedo admitir. Me estoy repitiendo, y eso no es bueno».
Le dice Asher Lev a su mujer, que se salvó de los campos de exterminio mientras que sus padres y familiares no. y que continuamente se pregunta si todo obedece o no a un plan divino:
«—No tienes que seguir castigándote porque tú hayas sobrevivido y los demás no.
—Recordar no es un castigo, Asher. Recordar es una victoria ante la sitra ajra, ante Hitler, borrado sea su nombre» [la sitra ajra es el ‘otro lado’ en arameo, es todo aquello que se opone a Dios y al camino de la virtud, es la fuerza del mal].
Chaim Potok. El don de Asher Lev (The Gift of Asher Lev, 1990). Madrid: Encuentro, 2014; 448 pp.; trad. de ; ISBN: 978-8490550632. [Vista del libro en amazon.es]