Otra maravillosa novela de Tim Gautreaux: Desaparecidos. Hay quien opina que es la mejor, tal vez porque tiene un protagonista muy atractivo que va enfrentándose a situaciones diferentes con generosidad, compasión, valentía y, también, con errores que más adelante procura enmendar. Se ambienta en la Luisiana de los años veinte. Sam Simoneaux está una corta temporada en Francia, en el ejército de los Estados Unidos, cuando acaba de terminar la primera Guerra Mundial, y allí un disparo suyo hiere a una niña pequeña. Luego regresa a su ciudad, donde se casa y trabaja como encargado en un gran comercio, hasta que lo despiden porque una niña que iba con sus padres desaparece. Procura luego, de acuerdo con los padres de la chica, buscarla: para reparar su fallo y recuperar su empleo: eso le lleva a distintos lugares y a pasar una larga temporada trabajando en un barco que da espectáculos a lo largo del Mississippi. Va charlando con unos y otros hasta que sabe qué ocurrió exactamente con la chica.
La novela plantea, sobre todo, los conflictos interiores que va teniendo Simoneaux: la niña francesa, la niña nortemericana, su propia vida familiar con su mujer y los dos hijos pequeños que acaba teniendo, su pasado —sus padres murieron asesinados cuando él tenía seis meses y él se crió son sus tíos—. Cuando lo animan a buscar a quienes mataron cruelmente a su familia explica que su tío no le educó para la venganza: «¿Para qué servía? ¿Para saldar viejas deudas? ¿Saldar viejas deudas con un hijo de puta? (…) Su tío le había dicho muchas veces que la venganza no hacía bien a nadie y que el castigo por ser un un hijo de puta era el hecho de serlo». La novela termina de forma emocionante y, como uno de sus personajes dice, deja en el interior del lector también la lección de aprender a sacar bien del mal y de ser agradecidos por los gestos de bondad.
El autor hace revivir ambientes y escenarios, olores y sonidos, con un gran talento literario. Quien recuerde la viveza con la que describe los bailes en El paso siguiente en el baile también encontrará en esta novela momentos verdaderamente mágicos: cuando el protagonista está en una fiesta en el barco recuerda «la última vez que había experimentado esa emoción que hace bullir los pies, esa felicidad de formar parte de un grupo y de hacerlo bien, la promesa de una actuación larga y extraordinaria»; cuando escucha a un guitarrista rasguear «Nobody but You» el narrador dice que los asistentes «aterrizaron en la melodía como abejas sobre una margarita». Esta capacidad del narrador para las comparaciones naturales y certeras es gozosa: por ejemplo, al ir en el barco a lo largo del río, cuenta cómo, «al fondo, en la orilla oeste, apareció, como los pelos urticantes de una oruga, una larga hilera de chimeneas de hierro que vomitaban su humo y olores de otro mundo a la humedad de la tarde».
Tim Gautreaux. Desaparecidos (The Missing, 2010). Madrid: La Huerta Grande, 2024; 584 pp.; trad. de José Gabriel Rodríguez Pazos; ISBN: 978-8418657511. [Vista del libro en amazon.es]
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