Como todos los álbumes que conozco hasta el momento de Emily Gravett, también ¡Qué ordenado! es estupendo. Su protagonista es un tejón llamado Dante que tiene la costumbre de ordenar, limpiar y dejar todo el bosque muy bien arregladito. Cuida de las flores y los animales, recoge las ramas caídas y friega las piedras… Luego da un paso más: arranca los árboles cuando se quedan sin hojas… Así que cuando hay una inundación y todo se llena de barro, Dante llama a las excavadoras y lo cementa todo. Entonces se da cuenta de que se equivocado.
El argumento muestra cómo una buena idea y una buena conducta pueden desquiciarse y viene a decir que hay que pensar antes en cuáles serán los resultados de lo que hacemos. Tal como, a propósito de otra cosa, leía unos días atrás, con frecuencia «levantamos tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias» y «los tontos se indignan tan sólo contra las consecuencias».
El álbum es, estructuralmente, de los que tienen un argumento que avanza en una dirección hacia la mitad y en dirección opuesta la segunda parte del libro (por ejemplo, y por señalar una historia que también se desarrolla en un bosque, como El oso con la espada). Las imágenes tienen la calidad habitual en la ilustradora, que tan bien sabe hacer expresivas y dinámicas a las figuras de los animales.
Emily Gravett. ¡Qué ordenado! (Tidy, 2016). Barcelona: Picarona, 2016; 34 pp.; trad. de Joana Delgado; ISBN: 978-84-16648-33-7. [Vista del álbum en amazon.es]