Aunque no me ha parecido un libro tan bien enfocado como El rebaño excelente, me ha interesado La muerte del artista, de William Deresiewicz, una reflexión larga, apoyada en muchas entrevistas, acerca de «cómo los artistas —músicos, escritores, artistas visuales, creadores de cine y televisión— se ganan la vida, o lo intentan con dificultades, en la economía del siglo XXI». De las muchas ideas que baraja el autor, aquí sólo voy a citar dos.
Una, que el autor piensa que «nuestras ideas acerca de la vida que llevan los artistas están distorsionadas por un enorme sesgo de selección», por lo cual el propósito de su libro es desmontar muchas ideas equivocadas sobre la vida artística que circulan en nuestro mundo, como por ejemplo: «El mito de que es posible tener éxito de la noche a la mañana (se necesitan de tres a cinco años para convertirse en un éxito «de la noche a la mañana», me dijo una ejecutiva de Kickstarter, y solo hablaba de construir una audiencia, no de aprender a crear desde un principio). El mito del genio por descubrir, extraño incluso en tiempos de Kafka y Van Gogh, que se ha extinguido en la era de la gran industria cultural (y un sistema educativo) de múltiples niveles y cada vez más global, cuyo negocio consiste en el rastreo en busca de talentos. El mito de que si no se tiene éxito es culpa tuya («no lo querías lo suficiente»), que no solo es una forma de culpabilizar a la víctima, sino que comete el clásico error estadounidense de contemplar la economía a nivel individual y no sistémico. El mito de que si no tienes éxito es que no tenía que pasar, que es, por supuesto, un argumento circular («la gente que va a encontrar un modo de abrirse paso —me dijeron—, va a encontrar un modo de hacerlo»)».
Otra, su explicación acerca del papel del crítico: «Lo más importante que hay que entender del crítico profesional es que, si es bueno, sus opiniones no solo son preferencias personales o reacciones instantáneas. Están, como dice la gente, informados —lo que significa que se han formado— por un conocimiento del arte: de su historia, sus métodos, sus posibilidades, sus cimas. (Es por eso que algunas de las mejores críticas han sido escritas por los propios artistas). El crítico profesional es mucho menos propenso, digamos, a ungir la última sensación literaria como «el próximo Tolstói«, porque ha leído a Tolstói. Los críticos hablan por sí mismos, pero también lo hacen, o lo intentan, por algo más grande que ellos mismos: por los valores e ideales, el pasado y el futuro, del arte mismo. Por eso los mejores críticos profesionales, lejos de sofocar el talento original, suelen ser los primeros en reconocerlo, y a menudo juegan un papel crucial en su promoción, como Clement Greenberg hizo con Jackson Pollock, Arlene Croce con Mark Morris, Lewis Mumford (muchos años después de la muerte del novelista) con Herman Melville. Pueden reconocer el valor del trabajo experimental —trabajo que desconcierta o enfurece al público— porque disciernen sus continuidades más profundas con logros más antiguos». Y continúa luego: «los críticos no solo descubren el talento original, sino que a menudo lo sostienen a través de años de abandono del público. “Hay generaciones de artistas —escribe Hickey— para los que un consenso de respeto profesional podría llevarlos a través de tiempos sin dinero mejor que como el dinero podría llevarlos a través de tiempos sin respeto”. No estoy sugiriendo que el público deba inclinarse ante los críticos. Todo lo contrario: sin el efecto de equilibrio del gusto popular, los expertos tienden a llevar las artes a callejones sin salida de impenetrabilidad, como ha sucedido con las formas que se han retirado (o han sido expulsadas) del mercado, como la poesía, la música orquestal o el arte conceptual. “La estima” —el respeto profesional— necesita entrar en contacto con “el deseo”, dice Hickey. Pero el deseo —lo que el público quiere— tampoco debe ser adorado».
William Deresiewicz. La muerte del artista (The Death of the Artist, 2020). Madrid: CAPITAN SWING, 2021; 448 pp.; trad. de Mercedes Vaquero Granados; ISBN: 978-8412281835. [Vista del libro en amazon.es]