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  • Una cosa que creo

    Escritores ● Escritores
    Una cosa que creo

    Aquí están otros dos textos más de Katherine Mansfield en Historia de un hombre casado. Uno, para poner en solfa tantos relatos de memorias: «¿Recuerdan ustedes su infancia? Yo siempre me estoy encontrando con esos relatos maravillosos de escritores que aseguran recordarlo “todo”. Yo, desde luego, no». Otro, para recordarnos la influencia del pasado en el presente, el peso de lo que hacemos hoy en lo que seremos mañana: «¿quién soy yo mientras estoy sentado tras esta mesa, sino mi propio pasado? Si lo niego, no soy nada. (…) Una cosa sí que he aprendido, en una cosa sí que creo: Nada Sucede de Repente».  

    8 diciembre, 2006
  • Una devastadora acusación

    Escritores ● Escritores
    Una devastadora acusación

    Una de las líneas de fuerza de la citada ¡El autor, el autor!, se condensa en un párrafo en el que se cuenta algo que le había contado a Henry James un día Flaubert «al referir con sosiego una devastadora acusación formulada por la madre del francés, y sin ánimo de negar su veracidad: “Tu manía de hacer frases te ha secado el corazón” había escrito la señora Flaubert a su hijo. Ya entonces, y aunque estas palabras iban dirigidas a otro hombre, había sentido el pequeño escrúpulo aprensivo de que algún día pudieran achacárselo a él, porque compartía con Flaubert la manía de las frases, de hacer frases de un equilibrio perfecto, una construcción intrincada, una cadencia sutil y un sentido de una densidad tan apretada como un relleno de carne». David Lodge. ¡El autor, el autor!  

    7 octubre, 2006
  • El desasosiego de un gran escritor

    Escritores ● Escritores | Éxito
    El desasosiego de un gran escritor

    Me ha gustado ¡El autor, el autor! una novela sobre Henry James que firma David Lodge. Está muy bien recogida la personalidad de James contra el fondo de los ambientes en los que se movía, su sentido de la amistad y su profesionalidad obsesiva, sus deseos frustrados de triunfar en el teatro, así como su desasosiego y sus celos ante las pocas ventas de sus libros frente al triunfo de novelas de mala calidad…., y más cosas, sobre las que reproduciré algunos textos más adelante. David Lodge. ¡El autor, el autor! (Author, author, 2004). Barcelona: Anagrama, 2006; 495 pp.; col. Panorama de narrativas; trad. de Jaime Zulaika; ISBN: 84-339-7091-7.  

    29 septiembre, 2006
  • Esto es todo

    Escritores (consejos para) ● Escritores (consejos para)
    Esto es todo

    David Lodge: «La tarea que me impongo, lo que me esfuerzo por alcanzar —escribió Joseph Conrad en el prefacio a uno de sus relatos— sin otra ayuda que la de la palabra escrita que vosotros oís, consiste en haceros sentir, en haceros sobre todo ver. Esto, y sólo esto. Esto es todo, simplemente». David Lodge. La conciencia y la novela – Crítica literaria y creación literaria (Consciousness and the Novel, 2002). Barcelona: Península, 2004; pp.; col. Atalaya; traducción de Miguel Martínez Lage, con la colaboración de Eugenia Vázquez-nacarino; ISBN: 84-8307-610-1.  

    7 septiembre, 2006
  • Vanidad de autor

    Escritores
    Vanidad de autor

    En sus memorias cuenta el crítico alemán Marcel Reich-Ranicki una minianécdota que ha llegado a ser universalmente citada pero que, afirma, le sucedió a él. Después de mucho tiempo sin verle, un día se topó con un escritor y comenzaron a charlar. El escritor hablaba sin parar y, después de una hora, se dirige al crítico: no paramos de hablar de mí, ahora vamos a hablar de usted. «Dígame, ¿qué le ha parecido mi último libro?». Marcel Reich-Ranicki. Mi vida (Mein Leben, 1999). Barcelona: Galaxia Gutemberg – Círculo de lectores, 2000; 534 pp.; trad. de José Luis Gil Aristu; ISBN: 84-8109-303-3.  

    23 julio, 2006
  • Una desfachatez

    Escritores | Niños
    Una desfachatez

    En unos consejos a un futuro escritor de libros infantiles, Astrid Lindgren decía: «Procura incluir también algo que divierta a niños y mayores, pero no se te ocurra poner nunca, en un libro infantil, algo que tú sepas que únicamente ha de resultar gracioso para los mayores. No olvides que no escribes para que te encuentren ocurrente y chistoso los críticos. Muchos de los que escriben para niños hacen un guiño a determinado lector por encima de las cabecitas de los pequeños. Buscan un acuerdo con los adultos y pasan por alto a la criatura. Te suplico que no hagas eso ¡nunca! Porque es una desfachatez para con el niño que debe comprar y leer tu libro». Astrid Lindgren. «Breve diálogo con un futuro autor de libros infantiles», en Mi mundo perdido (Samuel August frán Sevedstorp och Hanna i Hult, 1975). Barcelona: Juventud, 1985; 93 pp.; trad. de Herminia Dauer;…

    18 abril, 2006
  • Pues yo a tu edad…

    Educadores (padres, profesores…) ● Educadores

    Para ilustrar la necesidad de mirar al futuro se suele decir que no se puede conducir sólo mirando el espejo retrovisor. A los adultos les puede suceder con facilidad, o nos puede suceder, que no saben hablar a los jóvenes más que a través de un espejo retrovisor que sólo recoge su propia (y tantas veces deformada) experiencia personal: «pues yo a tu edad», «si yo estuviera en tu sitio», «cuando yo estaba en la universidad», y esas cosas. También no pocos escritores están anclados en sus traumitas de infancia o en su mitito del sesenta y ocho, e interpretan y desean dirigir las vidas de los niños y a los jóvenes de acuerdo con eso.  

    9 noviembre, 2005
  • Escritores endiosados

    Escritores ● Escritores
    Escritores endiosados

    Jiménez Lozano: «Un escritor tiene un enorme riesgo de perdición total: el que llene los cielos y la tierra con su «yo» o su nombre —que viene a ser lo mismo— hasta hacer que ese «yo» y ese nombre sean más grandes que su obra. Entonces se asiste a ese espantoso espectáculo entre trágico y grotesco de un escritor mirándose directamente en el ombligo o en el espejo de su público y de su gloria; su escritura se convierte en un puro ejercicio de resonancia, palabras y más palabras huecas y cada vez más retorcidas y sonoras. Da pavor». José Jiménez Lozano. Una estancia holandesa. Conversación.  

    30 septiembre, 2005
  • Importan las obras

    Escritores (consejos para) ● Escritores (consejos para)
    Importan las obras

    Existen escritores tan o más vanidosos que Sherlock Holmes pero que, como él, hacen bien su trabajo. Sin embargo, personalmente me resulta más simpática la actitud de un tipo tan misterioso como B. T. Traven, el autor de El tesoro de Sierra Madre: «No creo ser una persona que deba ocupar el centro del escenario. Siento que soy un trabajador que, como tantos trabajadores, aporta su grano de arena para hacer que la humanidad adelante otros pasos. Me siento como un grano de la arena de la que está hecha la tierra. Mis obras son importantes, mi persona no lo es».  

    23 septiembre, 2005
  • Vieja escuela

    Novelas de vida diaria (en inglés, norteamericanas) ● 18 años: lectores expertos | Narrativa: Vida diaria | Novelas de vida diaria (en inglés, norteamericanas)
    Vieja escuela

    Me ha gustado el último libro publicado de Tobias Wolff, Vieja escuela. Como muchos sabrán ya, su escenario es, a principios de los años sesenta, un elitista colegio de la Costa Este de los EE.UU. donde muchos chicos sueñan con ser escritores, el narrador compite con otros compañeros. Indirectamente, pues los objetivos de Wolff son otros, en la novela se muestra qué patética es la veneración hacia los escritores famosos —ese «devocionarismo literario, que se diría laico pero es de una religiosidad primitiva e idolátrica, humillante», que dice Jiménez Lozano en La luz de una candela—. Al menos para mí deja de manifiesto qué tontamente narcisista es la visión del trabajo literario que se formula varias veces en el texto: según Robert Frost, que a su vez cita a Shelley, «los poetas somos los legisladores no reconocidos de la humanidad»; en boca del narrador, a un escritor se lo compara…

    2 septiembre, 2005
  • Un gran clamor

    Escritores ● Escritores

    Hace algunas semanas, un escritor al que le preguntaban por qué publica tan poco, declaraba que a su alrededor no escuchaba un gran clamor reclamándole nuevos libros. Se ve que no les ocurre lo mismo a muchos escritores de literatura infantil y juvenil.

    26 julio, 2005
  • El escritor menor y el gran escritor

    Arte (literatura) | Escritores
    El escritor menor y el gran escritor

    Explica bien Auden que un escritor menor no corre nunca el riesgo de fracasar pues, «en el momento en que descubre su propio estilo y visión del mundo, se acaba su historia artística». Por el contrario, afirma, el gran artista o escritor «puede ser de dos clases. Una de ellas dedica la mayor parte de su vida a crear una obra maestra, como hicieron Dante o Proust. Son escritores con una larga historia de desarrollo de su escritura, que se arriesgan a morir antes de dar fruto. La otra clase se compromete en una empresa perpetua: en el mismo momento en que ha aprendido a hacer algo, para e intenta hacer otra cosa, algo diferente. A ella pertenecen Shakespeare, Wagner o Picasso». W. H. Auden. Trabajos de amor dispersos: conferencias sobre Shakespeare (Lectures on Shakespeare, 2000). Barcelona: Crítica, 2003; 498 pp.; col. Letras de humanidad; reconstrucción y edición de Arthur…

    28 mayo, 2005
  • Profetas

    Escritores
    Profetas

    Para quien opina sobre libros es un consuelo pensar que un genio como Dostoievski hiciera una de las predicciones literarias más erróneas de la historia pues, cuando leyó los primeros escritos de Tolstoi, afirmó: «según mi opinión, escribirá muy poco (pero tal vez estoy equivocado)». Joseph Frank. Dostoievski. Los años de prueba, 1850-1859 (Dostoevski. The Years of Ordeal, 1983). México: Fondo de Cultura Económica, 1986; 444 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de Jaime Retif del Moral; ISBN: 968-16-2448-3.  

    11 mayo, 2005
  • El hábito de ser

    Memorias, Diarios, Epistolarios ● Libros autobiográficos | Memorias, Diarios, Epistolarios
    El hábito de ser

    Con el título El hábito de ser, hace pocos meses que se ha publicado el epistolario de la escritora norteamericana Flannery O´Connor, un libro espectacular por la categoría humana que revela, por su riqueza de contenido en opiniones literarias, por su buen humor afilado y muy inteligente. Con los criterios al uso la suya no es literatura juvenil, pero algunos de sus cuentos sí lo pueden ser para quien piense que los lectores jóvenes son a veces más perspicaces que los adultos. Y, en cualquier caso, sus relatos sobre niños o con niños son particularmente luminosos.

    20 abril, 2005
  • Cómo encontrar historias que contar

    Cuentos ● Cuentos | Escritores
    Cómo encontrar historias que contar

    Como es sabido, mañana es el centenario de Hans Christian Andersen, un autor que con sus Cuentos se propuso enseñarnos a ver más allá de la superficie de las cosas, a saber observar la riqueza de la realidad. Véase lo que se indica en el relato titulado Lo que se puede imaginar (Hvad man kan hitte paa, 1869), cuando un poeta se queja: «—¡Todo está escrito! —dijo él—. ¡Nuestra época no vale la pena! —¡Qué va! —dijo la mujer—. En los viejos tiempos quemaban a las curanderas, y los poetas andaban por ahí con las tripas vacías y agujeros en el codo. Esta época es estupenda, es la mejor. Pero tú no ves bien las cosas, no has afinado tu oído y nunca rezas el padrenuestro por las noches. Hay un montón de cosas de las que hacer poesía en cualquier metro que quieras, y cosas que contar, si es…

    1 abril, 2005
  • Sin precipitación

    Escritores (consejos para) ● Escritores (consejos para)
    Sin precipitación

    Ante tanto afán de publicar y de vender es oportuno el consejo de un maestro como Robert Louis Stevenson en uno de sus Ensayos literarios (Hiperión, 1988): «En literatura, como en nuestra conducta, nunca podemos esperar haber acertado completamente. Lo único que podemos hacer es asegurarnos lo más posible, y para ello sólo existe una regla: no hacer precipitadamente aquello que puede hacerse despacio».  

    22 marzo, 2005
  • Escritores que miran al dinero y al interés

    Escritores (consejos para) ● Éxito

    Sancho a Sansón: «¿Al dinero y al interés mira el autor?: maravilla será que acierte, porque no hará sino harbar, harbar, como sastre en vísperas de pascuas, y las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfección que requieren» (harbar = hacer algo deprisa). Don Quijote de la Mancha. Capítulo IV, 2ª parte.  

    17 enero, 2005
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