He leído hace pocos meses Wild Things: The Joy of Reading Children's Literature as an Adult, de Bruce Handy, y hace pocas semanas De libros, padres e hijos, de Miguel Sanmartín. Ambos tienen un punto de partida semejante: los autores remiten a su experiencia como padres de dos niñas para, por un lado, explicar qué libros les han ido dando según crecían y, por otro, dejar constancia de cuáles les parecen los mejores. El primero tiene un enfoque literario, está centrado por completo en el mundo norteamericano y algo en el inglés, tiene como interés particular que habla mucho de algunos autores importantes, y se puede decir que abarca desde los 0 hasta los 12 años. El segundo tiene un enfoque educativo, una visión decididamente cristiana de la vida, habla de muchos más libros, y... Leer más
Traigo hoy aquí otras citas de Mejor educados, acerca de la lectura y el aprendizaje lector. En ellas Gregorio Luri habla de la necesidad de «aprender a leer de manera lenta, concentrada, profunda, (…) en diferentes formatos (cuentos, poesía, prensa, teatro...) para educar la ductilidad de la atención y apropiarnos de las diferentes posibilidades expresivas del lenguaje». Explica también al lector que es bueno «estimular la lectura compartida de tu hijo con sus amigos o con los miembros de la familia. La disciplina de hacerse entender por el otro y de prestar atención a lo que se lee, le ayudará a controlar sus impulsos y a acostumbrarse a la espera atenta. Hablo, evidentemente, de la lectura textual, la impresa, la que se nos presenta como una unidad de forma y contenido.... Leer más
Añado a las categorías de Lectura (aprendizaje lector) y de Educación (ensayos), la reseña que hice tiempo atrás de Lector, vuelve a casa, de Maryanne... Leer más
Pongo unas citas sobre la lectura tomadas de El arte de leer, un libro que reúne dieciséis ensayos de W. H. Auden (varios habían sido publicados en Prólogos y epílogos, libro del que había seleccionado algunos párrafos: El éxito literario, Felicidades a los Franciscos, Profundidad real y Buenos libros). —«Una señal del valor literario de un libro es que pueda leerse de varias maneras distintas. A la inversa, la prueba de que la pornografía no posee el menor valor literario es que, si intentamos desviar nuestra lectura del estímulo sexual —si, por ejemplo, pretendemos leerla como si fuera un informe psicológico de las fantasías sexuales del autor—, nos aburrimos hasta las lágrimas». —«Aunque una obra literaria pueda leerse de varias maneras, estas lecturas no... Leer más
Una de las ideas que recorre Cómo aprendemos a leer: historia y ciencia del cerebro y la lectura, de Maryanne Wolf, es la de que «un sistema de clases poco estudiado divide de manera invisible a nuestra sociedad; las familias que proporcionan a sus hijos un entorno fecundo en oportunidades de lenguaje escrito y oral se alejan poco a poco de aquellas que no lo hacen o no pueden hacerlo. (…) En algunos entornos el niño de clase media oye treinta y dos millones de palabras habladas más que el niño desfavorecido. Los niños que empiezan el jardín de infancia habiendo oído y utilizado miles de palabras, cuyos significados ya han comprendido, clasificado y almacenado en su tierno cerebro, parten con ventaja en el campo de juego de la educación. Los niños a los que nunca se les lee... Leer más
Comentando el libro de Wayne Booth titulado Las compañías que elegimos, al que volveré, dice Martha Nussbaum: la metáfora fundamental que usa Booth en su libro es que «una obra literaria es como un amigo», y, por tanto, podemos valorar nuestras relaciones literarias igual que valoramos nuestras relaciones de amistad, «dándonos cuenta de que se nos juzga por las compañías que mantenemos. Su análisis de la amistad tiene su origen en Aristóteles, al sostener que se trata de una relación de amistad la que se basa en la confianza y el afecto, en la que perseguimos nuestros fines de un modo social, compartiendo, en buena medida, las actividades, los deseos y los valores del amigo. Así, evidentemente, los amigos que elegimos tienen una gran importancia para la calidad de nuestras... Leer más
Martha Nussbaum: Si a un niño, al crecer, le damos lecturas adecuadas, «a medida que (…) domine más los rudimentos del vocabulario emocional de su sociedad ocurrirán dos cosas nuevas». Por medio de tragedias como las de Sófocles puede iniciar un proceso de aprendizaje de la compasión pues el lenguaje literario tiene «la capacidad de abrirse paso a través de la distracción para promover un intenso reconocimiento e interés por los demás». Por medio de dramas como los propios de la novela social realista, dramas que son como ejercicios de «extensión de la simpatía», pueden adquirir una empatía que atraviese las barreras sociales. Aunque también hay que añadir que «nada producirá una compasión adecuada sin que existan juicios éticos correctos» y que «promover la... Leer más
Martha Nussbaum: «En las primeras historias, poemas y canciones de los niños ya hay un ejercicio que favorece la imaginación del mundo interior de otra persona. En la “fantasía” el niño aprende a dotar de vida y necesidad a formas extrañas. Y puesto que estos juegos muchas veces se realizan en presencia y con la ayuda de los objetos de mayor apego del niño, toman prestadas de éstos parte de su luz y su misterio. Piénsese en la canción que comienza «Twinkle, twinkle, Little Star, how I wonder what you are» . Al aprender esta canción, los niños desarrollan aún más su sentido ya presente de la maravilla: cierta noción del misterio que mezcla la curiosidad y el estupor. Los niños se admiran de una pequeña estrella. Al hacerlo, aprenden a imaginar que una mera forma... Leer más
En sus estudios sobre la experiencia estética señala Hans Robert Jauss que fue Baudelaire quien volvió al concepto histórico-filosófico de lo espontáneo y recordó el carácter primario de la percepción infantil. Y continúa: «La percepción infantil, gracias a su carácter inicial y a su totalidad sensorial, se convierte en la medida ideal de la experiencia estética. Lo que el niño reconoce como nuevo, porque lo ve por primera vez, también lo reconoce el adulto, porque en él está como experiencia pasada y puede volverse a recordar: el poeta que es capaz de superar el extrañamiento de la realidad y de reproducir, mediante una actividad estética consciente, el mundo en su carácter originario, devuelve a nuestra conciencia una realidad olvidada o reprimida. La teoría de la... Leer más
Consideraciones sobre la lectura de los niños que hace Samuel Johnson: «Yo pondría a un niño en una biblioteca (en la que no hubiera libros desaconsejables para su corta edad) y le permitiría que leyera a su antojo. A un niño nunca habría que desanimarle, ni disuadirle de leer todo aquello que le gustara por pensar que es algo a lo que aún no alcanza. Si tal fuera el caso, el niño bien pronto lo descubrirá y desistirá; si no, gana luego en su instrucción, que es mucho más provechosa si proviene de la inclinación con que él mismo emprende el estudio». James Boswell. Vida de Samuel Johnson (Life of Johnson, 1791-1793). Barcelona: El Acantilado, 2007; 2000 pp.; trad. de Miguel Martínez-Lage; ISBN (10):... Leer más
Hay un modo de leer ansioso, propio de los años jóvenes, que describe bien Stanislaw Lem en sus memorias: «Fui Mowgli, por supuesto, y el indio Winnetou, y el Capitán Nemo. Los extraños pasajes se han fijado en mi mente sin motivo aparente. Tras la guerra me hice con un ejemplar de El viaje sin dinero de Uminski, y busqué página tras página hasta dar con la frase más hermosa: “La bala surcó los cielos con su rugido inconfundible”. Se refería a la caza de cocodrilos o rinocerontes (...). ¿Y El valle sin salida? Cosas horribles exudaban en mí cuando lo leí de pequeño. Y qué decir de La llamada de lo salvaje. Su lectura no permitía repantingarse tranquilamente en la cornisa de la ventana o balancear una silla con el pie o estirarme sobre la mesa apoyando los codos sin... Leer más
Dice Astrid Lindgren en sus memorias de que, cuando era niña, leyó multitud de relatos y, de su experiencia, concluye que el campo de lectura del niño ha de ser muy amplio pues, afirma, «no creo que los niños deban ser considerados críticos literarios». Y habla a los padres de que han de inculcar pronto el camino del libro a los hijos: «Ahora mismo, cuando vuestro hijo tiene seis, u ocho, o diez, o doce años. Luego sería demasiado tarde. Demasiado tarde para Blancanieves y para el Doctor Dolittle, demasiado tarde para unas Aventuras de Tom Sawyer y un Robinson Crusoe; demasiado tarde para tanta ilusión y tantas emociones. Sencillamente, demasiado tarde para encontrar el camino de la más extraordinaria de todas las... Leer más
Es interesante pensar, dice C. S. Lewis, que «de todos los libros que un niño lee, no hay ninguno que le dé una impresión menos falsa (que un cuento de hadas). Creo que es más probable que le engañen esas otras historias que pretenden pasar por literatura realista para niños. Yo nunca esperé que el mundo fuera como un cuento de hadas, pero creo que sí esperé que el colegio fuera como un cuento de colegios. Todas las historias en las que los niños experimentan aventuras y éxitos, posibles en el sentido de que no quiebran las leyes de la naturaleza pero de una improbabilidad casi absoluta, corren más peligro de despertar falsas expectativas que los cuentos de hadas». Trasladado ese comentario a nuestra vida ordinaria se puede formular así: lo que nos engaña son las revistas... Leer más
Cuenta Katherine Paterson que cuando sus cuatro hijos eran pequeños y ella y su marido tenían poco dinero, les compraba libros según el número de veces que los habían sacado antes de la biblioteca pública. Cuando iban por la sexta relectura, dice, no había duda que su hija o hijo tenían verdadera necesidad del libro y entonces iba, sacaba el dinero de su escasa economía familiar, y le compraba un ejemplar para que pudiera tenerlo siempre. Quizá esperar a la sexta vez sea demasiado y baste a partir de la cuarta, se me ocurre. Katherine Paterson. «Confusion at the Crossroads», un capítulo de The Invisible Child: on reading and writing books for children (2001). New York: Dutton Children’s Books, 2001; 267 pp.; ISBN:... Leer más
Más que hablar de los libros que nos gustaría que leyeran los niños o de cómo hacer que los niños lean esos libros que a nosotros nos parecen apropiados, creo que deberíamos fijarnos en las pautas y estándares que marcaron los libros infantiles que han sido considerados mejores por muchas generaciones de lectores de muy distintos ambientes. Pues, sobre todo, en ellos vemos esas condiciones negativas que un buen libro infantil nunca tiene: estar mal escrito, usar expresiones triviales o vacías, guiñar el ojo al adulto por encima de la cabeza del niño, guiñar el ojo al niño para darle la razón cuando no la... Leer más
Viene bien recordar, dice W. H. Auden, que «hay buenos libros que son sólo para adultos, por la sencilla razón de que para comprenderlos se presuponen una serie de experiencias propias de los adultos; en cambio, no hay buenos libros que sean sólo para niños». W. H. Auden. Prólogos y epílogos (Forewords and Afterwords). Barcelona: Península, 2003; 237 pp.; col. Ficciones; trad. de Miguel Martínez-Lage; ISBN: 84-8307-558-X.... Leer más