El contenido de La superstición del escéptico: Polémicas y debates filosóficos, de G. K. Chesterton, aparte de dos capítulos del editor titulados «A modo de prólogo» y «A modo de epílogo», se organiza en tres bloques: Debates (textos de algunos que Chesterton sostuvo con G. G. Coulton, Bertrand Russell, George Bernard Shaw y, sobre todo, porque son los más extensos y los mejores, con Robert Blatchford), Polémicas (varios artículos sobre distintas cuestiones), y Una entrevista (incompleta). Pongo a continuación algunos párrafos que me han gustado especialmente.
Una gran anécdota:
«Recuerdo una novela algo divagante, pero bastante interesante que apareció en una de las extrañas y sensacionales series publicadas por el difunto W. T. Stead. Comenzaba con el episodio de una heroína moderna y escéptica que entraba en un confesionario y le decía al sacerdote que no creía en su religión. El le preguntó en qué creia, y ella respondió pensativamente: «Bueno, no creo en la Biblia, tampoco en la inmortalidad del alma, y no estoy segura de que Dios exista», y así sucesivamente.
El sacerdote, imperturbable, le dijo: «No te pregunté en qué no crees, sino en qué crees». «Bueno», respondió la mujer, «creo que dos y dos son cuatro». «Muy bien», replicó el sacerdote, «vive de acuerdo con eso».
Un párrafo que me hizo pensar en Tras la virtud (¿se inspiraría en él Alasdair MacIntyre?):
«Si observamos a las personas en la calle, muchas no saben por qué creen que deben usar ropa, ni saben por qué desaprueban el canibalismo. La razón es que han heredado fragmentos de antiguos sistemas dogmáticos que han descartado, fragmentos que, en su mayoría, son verdaderos, pero que provienen de esos viejos sistemas que han rechazado».
Distinción entre el ascetismo medieval y el puritanismo:
«La religión medieval, incluido el ascetismo medieval, era totalmente diferente del puritanismo; de hecho, era contraria a este y, sin duda, mucho menos sombría. Era distinta en significado, motivación, atmósfera y efecto. Las dos eran tan diversas que, incluso cuando coincidían, seguían siendo diferentes; tan diferentes como un católico y un vegetariano ateo que se niegan a comer carne los viernes».
¿Causó el cristianismo guerras y persecuciones?:
«El secularista sostiene que el cristianismo ha dado origen a tumultos y crueldades. Parece suponer que esto es prueba de su maldad. Pero, en realidad, podría ser prueba de lo contrario, de su bondad suprema. Pues los hombres no cometen crímenes solo por cosas malas; de hecho, es mucho mas común que los cometan por cosas buenas. (…) [Más aún:], la mayor parte de los crímenes se cometen porque, debido a alguna peculiar complicación, algo extraordinariamente bello o necesario está en peligro. (…) [Ante] algo de valor incalculable, (…) la visión repentina de su posesión o la posibilidad de perderlo puede volver locos [a los hombres]. Este fenómeno tiene el mismo efecto en el mundo moral que el hallazgo de oro en el mundo económico: trastorna los valores establecidos y desata una especie de febril carrera hacia la posesión. (…) [Así que] cuando el erudito escéptico afirma: “El cristianismo produjo guerras y persecuciones”, nosotros responderemos: “Naturalmente”».
G. K. Chesterton. La superstición del escéptico: Polémicas y debates filosóficos. Madrid: Encuentro, 2025; 236 pp.; col. Nuevo Ensayo; edición y traducción de Miguel Ángel Romero Ramírez; revisión de Vicente Niño Orti; ISBN: 978-8413392301. [Vista del libro en amazon.es]
























