Lo que más me ha interesado de Trece casos para Philip Trent, de E. C. Bentley, es el breve prefacio titulado «Les presento a Trent». El autor elogia en él los relatos detectivescos de Conan Doyle: «dentro de unos años, probablemente nada de lo escrito en la misma época se leerá tanto como las aventuras de Sherlock Holmes, porque son grandes historias, obra de una imaginación poderosa y vívida». Señala que los posteriores dependen de Holmes pero que él, igual que otros, intentó alejarse de su tradición y definir a su detective Trent a la contra de Holmes: Trent no se toma nada en serio, no es un experto científico ni un investigador profesional; es artista, pintor, y ha llegado al periodismo de sucesos por casualidad; siente el mayor de los respetos por los inspectores de Scotland Yard, que pueden ser más perspicaces que él. Por último, apunta cómo, al escribir su primera novela, descubrió que construir una historia de misterio satisfactoria era más difícil de lo que había pensado y cómo su novela empezó a crecer y le llevó por caminos que no había imaginado. Precisamente por lo que le costó, dice, la tituló El último caso de Philip Trent.
Sin embargo, sí que publicó, más adelante, los trece casos reunidos en este volumen: son historias bien escritas y construidas que dicen mucho de algunos ambientes ingleses de la época, y vale la pena leerlas, pero en ellas no hay sorpresas dignas de mención: es relativamente sencillo imaginar los desenlaces. Casi todos tienen una estructura similar: a Trent le cuentan algo con detalle, o le piden que eche un vistazo a un asunto, y Trent (algunas veces) pone por escrito sus reflexiones, pues piensa mejor cuando escribe. Lógicamente, acierta con quien fue el culpable o qué ocurrió en realidad. En todos los casos hay referencias literarias de distinto tipo, expresas o subyacentes.
De mi lectura, que fue rápida, destacaría el último de los casos: El ángel custodio, también porque es algo distinto. Un abogado amigo de Trent, Arthur Selby (que figura en más episodios), le cuenta que otro amigo mayor, después de casarse con una mujer joven muy dominante, acaba de fallecer, y le dice que cree que preparó otro testamento distinto al oficial; Trent visita la casa del fallecido con idea de conocer un jardín de rocas que era su gran afición y, con eso, se hace cargo de la situación y deduce dónde puede ocultarse un segundo testamento; luego, él y Selby acuden a ver a la viuda.
E. C. Bentley. Trece casos para Philip Trent (Trent intervenes, 1938). Madrid: Siruela, 2019; 248 pp.; col. Libros del Tiempo; trad. de Guillermo López Gallego; ISBN: 978-84-17624-28-6. [Vista del libro en amazon.es]