Las emociones ficcionales tienden a ser particularmente vívidas cuando reiteran innumerables veces las mismas imágenes, algo que se aplica, de modo particular, a las que presentan el amor, que son muchísimas y que se asocian además con la felicidad, la juventud y la belleza, que son las características más admiradas en nuestra cultura. Como además, en la cultura visual contemporánea, el realismo es el estilo dominante, acaba siendo natural, dice Eva Illouz, que «la forma narrativa de nuestras emociones, sobre todo [de nuestras] emociones románticas, [sea] la que surge y circula en los relatos de la cultura consumista y mediática». El resultado es que nuestras emociones reales se entrelazan de modo inextricable con las que nos proponen las ficciones (plasmadas en diversas tecnologías) de forma que, con ellas, se componen nuestros proyectos de vida narrados y narrativos: se puede por eso afirmar que buena «parte de nuestra socialización emocional es de naturaleza ficcional» pues estamos totalmente impregnados de emociones ficcionales.
En este punto, Illouz habla de que los mecanismos de identificación que se ponen en marcha cuando leemos o vemos una ficción pueden ser, según Keith Oatley, de reconocimiento o de imitación. «La identificación es el núcleo de un fenómeno que Oatley denomina “simulación”», más o menos «a la manera en que se realizaría una simulación en una computadora. La empatía, la identificación y la simulación implican cuatro procesos básicos que ha de cumplir el autor de la ficción correspondiente: adoptar los objetivos del protagonista, imaginar un universo que resulte vívido, realizar actos de habla que hagan más creíble el relato, sintetizar los elementos de la historia en cierta “totalidad”». Según Oatley, «mediante este proceso cuádruple de identificación y simulación surgen las emociones ficcionales». El resultado, en cualquier caso, es que muchos albergan hoy en su interior unas expectativas inducidas por todas esas emociones ficcionales cuyo final lógico es… una profunda decepción.
Eva Illouz. Por qué duele el amor. Una explicación sociológica (Why Love Hurts. A Sociological Explanation, 2011). Madrid: Katz, 2012; 364 pp.; serie Ensayos; trad. de María Victoria Rodil; ISBN: 978-84-92946-47-1.