Después de publicar Erótica y materna. Un viaje al universo femenino, Mariolina Ceriotti habló de la masculinidad en su libro Masculino. Fuerza, eros, ternura. Es un libro bien comentado en esta reseña. En ella se explica que la tesis del libro es que los hombres de hoy están expuestos a un narcisismo que debilita su potencia creativa; que, con frecuencia, afirmar la feminidad se suele hacer en detrimento de la masculinidad; y que es importante comprender el modo masculino de actuar. Igual que hice con Erótica y materna, aquí me limitaré a poner dos textos de interés. El primero trata de cómo ayudar a un niño cuando hay que abordar con él el tema de la muerte.
«Se evita hablar a los niños de la muerte y cuando resulta inevitable (como, por ejemplo, en el caso de la muerte de un compañero, o del papá y de la mamá de un amigo) se recurre a «expertos» que conozcan las palabras «adecuadas» (?!) para evitarles traumas. Además, ver el cuerpo de una persona difunta se considera inconveniente y peligroso para un niño. Viene la duda de que el verdadero motivo de toda esta ocultación sea solo nuestra incompetencia, nuestro estado de afasia ante las cuestiones que verdaderamente importan. Por su parte, los niños siguen siendo grandes especialistas en las cosas que importan y en las preguntas incómodas, ante las que nosotros no sabemos ya mantenernos: las del porqué de la muerte y sobre el destino de quien muere, que son las preguntas que llevan a reflexionar sobre el sentido del vivir. Pero la muerte, como cualquier revulsivo, sigue influyendo de modo soterrado y poderoso sobre muchos aspectos de nuestra vida. Para mantenerla lejos y, si es posible, eliminarla de nuestra conciencia, es necesario invertir una gran cantidad de energías. Como cualquier proceso defensivo, la supresión trata de protegernos de la angustia, pero su uso demasiado masivo bloquea la plena expansión de la vida. De este modo, hemos dejado de pensar en la muerte, pero ya no invertimos hasta el fondo en la vida. A partir de nuestras palabras, en cambio, un niño podría aprender que la muerte no se puede vencer, pero que tampoco tiene la palabra definitiva sobre la vida, sobre todo si sabemos vivir una vida apasionada y dotada de sentido. Ningún psicólogo, por competente que sea, puede encontrar las palabras adecuadas y hacer las cosas adecuadas, que sirvan para transmitir a un niño el sentido de la muerte y de la vida: solo lo pueden hacer su padre y su madre, que lo han traído al mundo con confianza, aunque saben que está destinado a morir, y que lo preceden procurando trazar el camino para una vida dotada de significado y abierta a la esperanza».
Mariolina Ceriotti Migliarese. Masculino: Fuerza, eros, ternura (Maschi. Forza, eros, tenerezza, 2017). Madrid: Rialp, 2019; 128 pp.; trad. de Elena Álvarez; ISBN: 978-8432150593. [Vista del libro en amazon.es]