CHILD, Lauren

CHILD, LaurenAutores
 

Ilustradora inglesa. 1967-. Nació en Berkshire. Su padre era profesor de arte, estudios que no consiguió terminar, decepcionada de las escuelas de Manchester y Londres a las que asistió. Fue decoradora y diseñadora gráfica y de mobiliario. Su primer álbum ilustrado fue Ana Tarambana me llaman.


Ana Tarambana me llaman
Barcelona: Serres, 2000; 30 pp.; trad. de Esther Rubio; ISBN: 84-95040-36-0.

La protagonista empieza por presentar sucesivamente a los miembros de su familia: a su hermano pequeño con quien comparte cuarto y se pelea, a su hermana mayor Marga y su hermano mayor Gus con sus problemas de adolescentes, a un padre que parece refugiarse en el trabajo, a una madre desbordada pero que también se busca sus momentos de respiro, a su abuelo dormitando en la silla… Ana suspira por un poco de paz…, que consigue cuando es castigada después de una bronca con el pequeño.


Cuidado con los cuentos de lobos
Barcelona: Serres, 2000; 32 pp.; trad. de Esther Rubio; ISBN: 84-95040-80-8.

A Olmo, su madre le cuenta historias de lobos cuando le acuesta, pero siempre se lleva con ella el cuento para que el lobo que hay dentro no escape. Hasta que un día no lo hace y Olmo tiene problemas a lo largo de la noche. Pero logra defenderse bien y confundir a los lobos llamando al Hada de Cenicienta, que no actúa muy profesionalmente que digamos. Y a partir de aquellos líos, Olmo duerme siempre con los libros bien cerrados y colocados debajo de su cama, para que no se libere ninguno de los personajes.


Lucas, un detective en el museo
Texto de Alexander Sturgis. Barcelona: Serres, 2002; 34 pp.; adaptación de José Morán y Marta Ansón; ISBN: 84-8488-046-X.

Cuando Lucas entra en el museo pensando que allí encontrará cosas interesantes que investigar, se queda paralizado cuando ve La Anunciación, de Fra Angélico, y el ángel Gabriel le habla y se ofrece a ser su guía. Con él verá cuadros de Rembrandt, Goya, Boticelli, van Gogh, Picasso, y Pollock, entre otros. Al terminar, además de haber descubierto algunos misterios ocultos, habrá aprendido a mirar mucho mejor, algo que para un detective tiene tanta importancia.


¡Qué lata de rata!
Barcelona: Serres, 2002; 32 pp.; adaptación de Miguel Ángel Mendo; ISBN: 84-8488-058-3.

Una rata callejera que vive en el cubo número tres del callejón de la Mugre sueña sin embargo con llegar a ser una mascota querida por alguien. Primero nos cuenta las ventajas e inconvenientes de las vidas que llevan sus amigos-mascotas de gente muy distinta. Luego, cómo pone un anuncio en una tienda que vende mascotas. Y, finalmente, cómo consigue ser mascota de un tipo que resulta ser tan buena persona como cegato.


Nunca jamás comeré tomates
Barcelona: Serres, 2003; 32 pp.; adaptación de Esther Rubio; ISBN: 84-8488-092-3. Nueva edición en Madrid: Lata de Sal, 2022; 32 pp.; trad. de Mariola Cortés Cros; ISBN: 978-8412384154. [Vista del álbum en amazon.es]

El narrador, Juan, cuenta que a veces tiene que dar de cenar a su hermanita pequeña Tolola. Enumera los alimentos que a Tolola no le gustan: zanahorias, guisantes, patatas, champiñones, espaguetis, huevos, salchichas, etc., y, sobre todo, los tomates. Pero Juan se las arregla para convencerla: las zanahorias son varitas mágicas de Júpiter, los guisantes son copos verdes de Groenlandia, las patatas son trocitos de nube…


Soy demasiado pequeña para ir al colegio
Barcelona: Serres, 2003; 32 pp.; trad. de Esther Rubio; ISBN: 84-8488-111-3.

De nuevo, Juan y Tolola. Juan va explicando pacientemente a Tolola lo bien que se lo pasará en el colegio.


La princesa y el guisante
Versión libre del cuento de Hans Christian ANDERSEN. Barcelona: Serres, 2005; 44 pp.; con fotografías de Polly Borland; trad. de Esther Rubio Muñoz; ISBN: 84-8488-221-7.

Un príncipe no encuentra una princesa que le guste. Finalmente, una princesa que, perdida, acaba llegando a su palacio en una noche tormentosa y duerme fatal en la cama con doce colchones que le preparan, es la que posee el toque de distinción necesario.



Historias bien contadas, con unas ilustraciones frescamente humorísticas de aire pop en las que se combinan recortes de prensa, colages de papeles pintados, fotografías, materiales varios, acuarelas tradicionales… Las figuras son siempre parecidas y están contorneadas con trazos gruesos, el texto va en cualquier lugar de la página y adopta toda clase de formas, la tipografía cambia de aspecto y tamaño según convenga… Pero todo funciona correctamente: la disposición de las dobles páginas es muy narrativa, las imágenes están bien compuestas, la secuencia narrativa es apropiada, los impactos visuales refuerzan y no ahogan el argumento, el grafismo desmañado y los colores chillones resultan enérgicos e impactantes pero al lector-niño no le desconciertan porque se corresponden con los muchísimos impactos visuales diferentes que recibe a diario. Por debajo de su indudable originalidad, de su «conversational style», se aprecian las influencias y admiraciones que la misma Lauren Child confiesa: la frescura en el dibujo de ilustradores como Quentin BLAKE o Ludwig BEMELMANS, el talante de personajes como Snoopy, de Charles SCHULZ.

En cuanto a los contenidos, Ana Tarambana, Cuidado con los cuentos de lobos, Nunca jamás comeré tomates y Soy demasiado pequeña para ir al colegio son álbumes de vida cotidiana que, además de ser divertidos, respiran esa clase de autenticidad que un lector pequeño necesita para identificarse con los personajes. El primero es sobre una vida familiar en la que se muestran las peculiaridades y defectos de cada uno con simpatía y comprensión, el segundo va en una línea característica de inversión de personajes clásicos, los otros dos se refieren a cómo saber reconducir con pillería los caprichos y manías que puede coger un niño. Se puede destacar que, en Soy demasiado pequeña…, la ilustradora usa un interesante y atractivo recurso para el lector niño: en algunas páginas aparece un amigo invisible, un personaje que aguarda en la puerta o bien ocupa un asiento, pero al que sólo se le ve como al trasluz.

Lucas, un detective en el museo es un álbum de arte, divertido, sugerente, bien pensado, en el que la ilustradora realiza lo que requiere la historia: la tipografía es normal y siempre la misma, Lucas se deja llevar por el ángel, que también es siempre la misma figura del cuadro de Fra Angélico pero con los gestos de las manos y las posturas del cuerpo apropiadas a su acción (incluso intenta montar en el monopatín de Lucas).

¡Qué lata de rata! es un relato irónico-festivo, contado con talento y de modo divertido, sin duda debido también a la buena versión castellana. El personaje se hace simpático y, en algunos momentos, incluso conmovedor hasta el punto de que algún lector o lectora muy sentimental puede sentirse animado a buscar como mascota una rata igual de apestosa…

En cuanto a la versión de La princesa y el guisante, merece destacarse tanto la originalidad de componer toda la historia en los escenarios y con el mobiliario propios de una casa de muñecas, como la calidad de unas fotografías que intentan recoger iluminaciones propias de los cuadros clásicos de Vermeer. Y si esta vez los cambios de tipografía tan característicos de Child parecen innecesarios, o no tan apropiados como en otras ocasiones, no falta un singular toque de creatividad en el diseño: el troquelado con forma de guisante de la cubierta. En lo que se refiere al argumento se puede apuntar que la narración es fiel al original: las princesas y los príncipes se comportan como siempre lo han hecho en los relatos clásicos…, y no hay aires posmodernos ni guiños al lector de ahora. Como resultado, un álbum gozoso para los destinatarios pequeños y sorprendente para los adultos, que pueden consultar en las páginas finales algunos datos acerca del ambicioso y minucioso trabajo de la ilustradora y de la fotógrafa.

Otros álbumes y libros: Humberto Horacio Herminio Boboon-Trent; Todo sobre mí, Ana Tarambana, Líos de ortografía, ¿Quién teme al libro feroz?, El niño nuevo.


15 mayo, 2006
Imprimir

Comments are closed.