Al ver El arte de pasarlo bien, de Ximena Maier, me han venido a la cabeza dos frases. Una, esta evocación de de infancia de Max Jacob: «“Mamá, me aburro”, “Hijo mío, sólo los imbéciles se aburren”». Otra, la de C. S. Lewis en La abolición del hombre cuando, a la vista de las distintas teorías educativas que han existido a lo largo de la historia, dice que «podemos agradecer la benéfica obstinación de las verdaderas madres, las verdaderas niñeras y sobre todo de los verdaderos niños por conservar en la raza humana la cordura que aún le queda». Pensé también cómo Shirley Hughes cuenta, en sus memorias, que los modelos y la inspiración para sus libros fueron sus hijos, algo que se ve que ha ocurrido también con la autora.
El libro es una sucesión de juegos de niños que se describen con una frase breve que acompaña una ilustración que ocupa la doble página, que a veces es única y a veces está compuesta de varios dibujos consecutivos, con títulos como: «hacer una guarida», «montar un museo», «cocinar tortitas», «hacer un dibujo enorme», «disfrazarse con telas y trapos», etc. Así, hasta «50 ideas para entretenerse con cualquier cosa, en cualquier parte» como anuncia el subtítulo. Hay varias de actividades de interior, unas pocas de actividades urbanas y muchas más de aire libre. En algunas hay referencias visuales reconocibles, por ejemplo a una escena de «Con la muerte en los talones» de Hitchcock en «ver películas antiguas», o al cuadro «Los tres músicos» de Picasso en «visitar un museo», a los diez cañones por banda de Espronceda en «aprenderse un poema de memoria»…
Las figuras tienen mucho dinamismo y desprenden simpatía. Algunas escenas —como «hacer una montaña de hojas secas… y saltar»— parecen pedir, o podrían dar lugar a, una pequeña historia completa. Otras —como «mirar un jardín… con lupa»— me han recordado páginas de Un hoyo es para escarbar. El final, con una pregunta al lector acerca de todos los juegos que se proponen, cumple bien la función de «articular» el libro y darle una cierta unidad. El excelente prólogo indica bien que «no hay un “para qué” en el juego genuino. Al juego no se lo interroga por su sentido. Él es el sentido. Y precisamente por eso educa». Por último, así como en Descubrimientos de niñez decía que los títulos de algunos álbumes que inciden en lo mismo me parecían «negativos», el título El arte de pasarlo bien me parece que da en la diana.
Ximena Maier. El arte de pasarlo bien. 50 ideas para entretenerse con cualquier cosa, en cualquier parte (2018). Madrid: Nido de Ratones, 2018; 116 pp.; prólogo de Gregorio Luri; ISBN: 978-84-947986-2-7. [Vista del libro en amazon.es]