Hay dos secciones y categorías de álbumes, dentro de las cuales podrían incluirse muchos más de los que figuran en ellas, que titulé ¿fallidos? y pedagógicos. ¿Fallidos? (con interrogaciones porque hay a quienes no se lo parecen) para los álbumes con asuntos discutibles: empecé con ella sobre todo pensando en errores argumentales, según la idea de que podemos estar de acuerdo con la moraleja pero no con la fábula, con el modo en que se alcanza la conclusión; y pensando en esos álbumes en los que veía desproporción, normalmente alardes poéticos o gráficos innecesarios, pero hubo un momento en que no seguí «alimentando» la sección, salvo algún caso aislado representativo de alguna otra cosa. Pedagógicos es una denominación genérica y tal vez inadecuada porque, al fin y al cabo, todos los álbumes lo son; en su momento la pensé para referirme a álbumes «demasiado» pedagógicos pero, al fin, aunque abunden los excesos en esta dirección, también hay grandes ejemplos de maestros que saben serlo en todos los sentidos: por ejemplo, Leo Lionni o Eric Carle, del que pongo aquí ahora El grillo silencioso.