El afán de transmitir mensajes educativos en historias dirigidas a los más pequeños a veces causa problemas. Decirle a un niño pequeño que ha ser él mismo puede parecerle confuso. Decirle que un león puede ser él mismo (es decir, no ser feroz, componer poesía, hacerse amigo de una pata y no comérsela), también puede ser difícil de comprender (en especial si uno sabe algo de cómo son los leones de verdad).
El protagonista de Cómo ser un león, de Ed Vere, es un león llamado Leonard con una actitud ante la vida como la de Ferdinando el toro y que, cuando recita una poesía a los otros leones, los conmueve y los convence de que no hay una única manera de ser un león. Esto último es lo más difícil de creer: que los demás leones se dejen persuadir tan rápidamente con una amable poesía.
Bien, los adultos podemos captar la idea y compartir las buenas intenciones, y podemos también admirar el talento gráfico con el que está preparado este álbum —con grandes ilustraciones de figuras como esbozadas y perfiladas con contornos gruesos—. Pero con los libros infantiles no hay que poner el carro —los mensajes que uno quiere transmitir— delante de los bueyes —la historia que uno quiere contar—; además, los bueyes han de ser lo suficientemente robustos —la historia tiene que ser emocionante, estar bien contada, y se ha de apoyar en personajes convincentes— para soportar la carga que se desea que arrastren.
Ed Vere. Cómo ser un león (How to be a lion, 2018). Barcelona: Juventud, 2018; 32 pp.; trad. de Teresa Farran; ISBN: 978-84-261-4488-1. [Vista del álbum en amazon.es]