
Otro buen álbum sin palabras, como el comentado días atrás de Gerda Muller, es el de Cristina Pérez, El último día del verano. En este caso la brevísima historia sólo pide lo que se muestra. Y, al igual que aquel y otros álbumes excelentes, ejemplifica también cómo, a veces, lo que interesa es acertar con una idea sencilla y saber contarla bien.
28 noviembre, 2005