Escritor y guionista de cómic francés. 1926-1977. Nació en París. Sus padres, polaco y ucraniana, emigraron a Argentina cuando él tenía dos años. Con 16 años empezó a trabajar en una agencia publicitaria de Buenos Aires, y con 19 se marchó a Nueva York, desde dónde volvió a Francia para cumplir el servicio militar. Regresó después a EE.UU., donde trabajó en una editorial de libros infantiles, entró en contacto con el mundo del cómic y conoció a JIJÉ y a MORRIS. De vuelta en Europa, primero en Bruselas para trabajar en la agencia World Press, y luego en París para dirigir allí la delegación de esa empresa, abandonó sus pretensiones de ser dibujante y se centró en su trabajo como guionista. A veces creó argumentos y textos para personajes creados por otros, como es el caso de LUCKY LUKE, el vaquero creado por Morris. Y en otras ocasiones también definió el personaje al alimón con el dibujante, como ASTÉRIX e IZNOGUD junto con Albert UDERZO y Jean TABARY, respectivamente. Sólo estos datos, que no son los únicos, justifican calificar a Goscinny como el mejor y más creativo guionista humorístico en la historia del cómic. Falleció en París.
EL PEQUEÑO NICOLÁSPersonaje cuyas historias se publicaron en un periódico entre 1959 y 1965. Un libro con la primera recopilación apareció el año 1961 y, en vida del autor, se publicaron cuatro más. Su familia dio a conocer, el año 2004, ochenta episodios inéditos más que, como los anteriores, también fueron ilustrados por Jean Jacques Sempé.
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El pequeño Nicolás (Le petit Nicolas, 1960). Madrid: Alfaguara, 2001, 2ª ed., 24ª impr.; 139 pp.; trad. de Esther Benítez; ISBN: 84-204-4786-2. Nueva edición en Santillana, 2016; 224 pp.; trad. de Miguel Azaola y Esther Benítez; ISBN: 978-8491221142 [Vista del libro en amazon.es]
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Los recreos del pequeño Nicolás (Les récrés du petit Nicolas, 1961). Madrid: Alfaguara, 2001, 16ª impr.; 120 pp.; trad. de Esther Benítez; ISBN: 84-204-4814-1. Nueva edición en Santillana, 2016; 192 pp.; trad. de Miguel Azaola; ISBN: 978-8491220343. [Vista del libro en amazon.es]
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Las vacaciones del pequeño Nicolás (Les vacances du petit Nicolas, 1962). Madrid: Alfaguara, 2001, 2ª ed., 20ª impr.; 152 pp.; trad. de Esther Benítez; ISBN: 84-204-4813-3. Nueva edición en Santillana, 2016; 216 pp.; trad. de Miguel Azaola; ISBN: 978-8491220312. [Vista del libro en amazon.es]
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Los amiguetes del pequeño Nicolás (Le petit Nicolas et les copains, 1963). Madrid: Alfaguara, 2002, 2ª ed., 13ª impr.; 120 pp.; trad. de Esther Benítez; ISBN: 84-204-4830-3. Nueva edición en Santillana, 2016; 192 pp.; trad. de Miguel Azaola; ISBN: 978-8491220404. [Vista del libro en amazon.es]
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Los problemas del pequeño Nicolás (Joachim a des ennuis, 1964). Madrid: Alfaguara, 2001, 3ª ed., 1ª impr.; 127 pp.; trad. de Esther Benítez; ISBN: 84-204-4991-1; hubo una edición anterior titulada en castellano
Joaquín tiene problemas. Nueva edición en Santillana, 2016; 208 pp.; trad. de Miguel Azaola y Esther Benítez; ISBN: 978-8491220398. [Vista del libro en amazon.es]
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La vuelta al cole, El chiste, ¡Diga! (Histoires inédites du petit Nicolas, 2004). Madrid: Alfaguara, 2005; 232, 232, 232 pp.; trad. de Miguel Azaola; ISBN: 84-204-6895-9, 84-204-6897-5, 84-204-6896-7. Nuevas ediciones en Santillana, 2016; 320, 328 y 304 pp.; trad. de Miguel Azaola; ISBN: 978-8491220336, 978-8491220381 y 978-8491220282. [
Vista de La vuelta al cole, de
El chiste, y de
¡Diga! en amazon.es]
Desde su horizonte infantil, contradictorio pero diáfano, Nicolás habla de las relaciones con sus padres, de su vida en el colegio y del comportamiento de sus amigos: Eudes, Alcestes, Godofredo, Clotario, Joaquín, Rufo, Agnan (o Aniano), Majencio. Cada libro contiene varios episodios independientes.
Las características propias del humor de Goscinny, que también se mencionan en las voces de MORRIS, UDERZO y TABARY, a propósito de los comentarios sobre LUCKY LUKE, ASTÉRIX e IZNOGUD, sobresalen de modo particular en estos libros.
En primer lugar, un modo de contar poderosamente irónico debido al uso de un narrador aparentemente ingenuo. Luego, sus juegos de palabras sencillos pero eficaces. Además, el lenguaje tan natural con el que hablan sus personajes, lo que incluye repeticiones coloquiales del rasgo definitorio de cada uno, o de las expresiones más comunes de Nicolás —«terrible», «fenómeno»…—, y el acierto en expresiones felices cuando describe la conducta cotidiana: Nicolás y sus amigos juegan al tren y, después de un rato, el narrador reconoce que no era demasiado divertido, «si eres locomotora, todavía; pero, si eres vagón, te aburres un poco» («De chocolate y fresa», El chiste).
Pero el autor francés no es sólo un genio del humor verbal sino también del humor de situación y logra escenas de una comicidad desbordante. Para eso define con pocos rasgos pero claramente a sus héroes y luego juega excepcionalmente bien con la ironía dramática, esos momentos en los que el lector ya sabe lo que los protagonistas ignoran. Demuestra una notable capacidad de observación para ofrecer al lector nuevas perspectivas de situaciones comunes, en especial a la hora de presentar las cosas con argumentaciones de chaval: «A mí no me gustan las niñas. Son bobas, no saben jugar más que a las muñecas y a las tiendas y lloran todo el tiempo. Claro que yo también lloro a veces, pero es por cosas graves, como la vez que se rompió el jarrón del salón y papá me regañó, y era una injusticia porque no lo había hecho a propósito, y, además, ese jarrón era feo y ya sé perfectamente que a papá no le gusta que juegue a la pelota en casa, pero afuera llovía» (El pequeño Nicolás).
Como es lógico, muchos episodios están centrados en ambientes del pasado que a un niño de ahora le resultan extraños pero no así a muchos adultos: familia que se compra un primer televisor o a la que por fin le ponen línea de teléfono, antiguas máquinas de escribir, tiendas de aspecto familiar… Ese ambiente «de antes» quita hierro a las continuas discusiones entre los padres y a las frecuentes amenazas de marcharse de la madre, pues todo se acaba resolviendo con afecto y alrededor de una tarta de manzana o de chocolate. También se puede señalar cómo el mismo clima de conflictos entre los padres de Nicolás, y entre su padre y el vecino, tiene su reflejo en las continuas peleas entre los chicos a la hora de sus juegos: «Los otros no estaban de acuerdo, lo cual es un rollo; cuando uno juega solo no se divierte, y cuando no se está solo, los demás arman un montón de discusiones» (El pequeño Nicolás). No faltará quien señale que una colección de hijos únicos, como parecen ser todos los chicos que aquí aparecen con alguna excepción que no es relevante, ofrece un muestrario mayor de pequeños egoísmos: no es sólo que muchísimas discusiones y peleas vayan en la dirección de defender lo propio, sino que tampoco se observan actos de generosidad de unos hacia otros. En este sentido, Nicolás es un antecedente del Calvin creado por WATTERSON veinte años después.
Las dinámicas ilustraciones de Sempé subrayan el humor irónico de Goscinny. Con trazos aparentemente simples pero detallistas, Sempé transmite rasgos propios del comportamiento y las reacciones de niño con desenfado y simpatía, y tiene una particular habilidad para las escenas de grupo, estáticas como cuando los chicos están en clase, o en movimiento como sucede cuando muestra los caóticos juegos colectivos.
Situaciones familiares comunes
Una de las fuentes del humor de Goscinny es la explotación simple de situaciones familiares comunes, de un modo puramente verbal.
Así, cuando Nicolás se presenta con malas notas:
«—Es inútil lloriquear, Nicolás —dijo papá—. Mañana te quedarás en casa haciendo ejercicios de gramática. No quiero tener un hijo ignorante que no sea nada de nada. Más adelante me lo agradecerás.
—Si me das dinero, te lo agradeceré enseguida —dije yo» («1611-1673», La vuelta al cole).
O bien, uno de los no pocos días en que la madre reacciona un tanto histéricamente, dice:
«—¡Nicolás! —ha gritado mamá—. ¡Te he dicho que vayas a prepararte para merendar! ¡Estoy ya lo bastante nerviosa como para que encima tú te pongas insoportable! ¡No estoy dispuesta a soportar que te pongas insoportable!» («El conejo genial», La vuelta al cole).
Mamá es un poco desordenada, la verdad
En otras ocasiones recurre al modo de razonar de chaval, como en el caso de uno de los mejores episodios de todos los libros, sin diálogos, en el que Nicolás está solo y decide ser bueno y nos cuenta:
«Mamá no usa nunca la aspiradora fuera de la casa, y hace mal, porque el cable es lo bastante largo y además esas máquinas son estupendas y lo aspiran todo: juguetes, gravilla y hasta trozos de cristal de la marquesina. Por cierto, que deben de haber sido los trozos de cristal los que han roto la bolsa de polvo de la aspiradora. La cosa no es grave porque mamá podrá coser el desgarrón o encargar que pongan una bolsa nueva».
Y, más adelante, indica que «para alcanzar la sopera, que estaba en la alacena, he tenido que subirme al taburete, y eso es algo que me gusta mucho, pero que no es fácil. Delante de la sopera había una pila de platos. Y hay que reconocer que mamá es un poco desordenada, la verdad, porque una sopera no debería estar guardada en el fondo de una alacena; uno no sabe cuándo va a necesitarla para fregar algo. Tendré que decírselo a mamá» («Ordeno», El chiste).
Los crucigramas son muy instructivos
Goscinny divierte también al lector al mostrarle las interesantes conclusiones que sus personajes obtienen de sus experiencias, como cuando Nicolás cuenta que «la merienda fue buena. Había un montón de pastelitos y yo me comí uno con fresas, otro de piña, otro de chocolate, otro de almendra, y no me pude comer otro con cerezas porque mamá dijo que si seguía comiendo iba a ponerme malo. Eso me extrañó, la verdad, porque las cerezas casi nunca me sientan mal» («El viaje a España», El chiste). O bien, un día que su padre le convence de que haga crucigramas, y al final nos dice que «Es verdad que los crucigramas son muy instructivos. Por ejemplo: ¿sabíais que el “xmpf” es un mamífero común en nuestras latitudes que rumia y nos da su leche?» («El crucigrama», El chiste)
Un animal muy raro que se llama llama
Otro de los recursos que aprovecha el autor es, simplemente, ponernos delante lo que un niño ve y oye, como en una visita, con Alcestes y su padre, al zoo: «Hemos visto un animal que papá, después de leer el cartelito que hay delante de la verja, nos ha dicho se llama llama. Muy raro. También nos ha dicho que, cuando se enfada, escupe a la gente. Alcestes y yo nos hemos puesto a hacerle muecas, ¡y era verdad! La llama se ha enfadado y le ha escupido a papá en la corbata. A papá no le ha gustado, sobre todo cuando ha venido un vigilante y le ha dicho que no había que inquietar a los animales. Papá le ha contestado que no era culpa suya que los animales del zoo estuvieran tan mal educados y semejantes malas bestias escupieran a la gente que pagaba por verlas. El vigilante le ha dicho que él comprendía a los animales porque había visitantes a los que a él también le encantaría escupir» («El zoo», El chiste).
Bibliografía:
Aymar du Chatenet y Christian Marmonier. René Goscinny: Los primeros pasos de un guionista genial (La première vie d’un scénariste de génie, 2007). Barcelona: Norma, 2007; 300 pp.; trad. de Lucía Bermúdez; rotulación de Joan Moreno; ISBN: 978-84-9847-262-2.
7 febrero, 2006