El corazón aventurero, de Ernst Jünger, es un conjunto de notas y reflexiones de muy distinto tipo y de interés desigual: anotaciones propias de un diario, comentarios literarios o de lecturas, descripciones de ambientes, observaciones sobre plantas o insectos o rocas…, etc. Uno de los textos de los que tomé nota, que repasé para esta conversación de la que hablé, es un jugoso comentario a Crimen y castigo. Dice Jünger:
«El poder del canalla es tanto más opresivo cuanto más se sirve de las formas del derecho y de la equidad. Cuando comete el delito sin disimulo, nuestra amargura disminuye. La novela en su conjunto llama la atención por su intrincado carácter arquitectónico; o mejor dicho, por la sensación laberíntica que su lectura despierta. Se puede deber también al hecho de que, exceptuando Siberia, apenas aparece en la novela un pedazo de naturaleza. La acción se desarrolla en habitaciones, casas, calles y locales, donde los implicados corren de un sitio a otro en un extraño estado de desasosiego. Todo este enredo parece depender menos de la marcha real de las ocupaciones como del hecho de que está tramándose un fragmento de vida; cada uno de los personajes siente el impulso de trabar relación con cada uno de los otros. También el efecto angustioso que suscita la lectura presenta un rasgo arquitectónico; como si recorriésemos de noche una casa extraña sin saber si hallaremos la salida».
Ernst Jünger. El corazón aventurero (Das abenteuerliche Herz. Figuren und Capricios, 1938). Tusquets Editores, 2003; 224 páginas; trad. de Enrique Ocaña; ISBN: 978-8483108901. [Vista del libro en amazon.es]