Al principio de Formas, de Claudia Rueda, vemos una figura esquemática de niño que lleva entre las manos un triángulo rojo con uno de los lados redondeado. Avanza hacia la derecha cruzándose con distintas personas hasta que, cuando parece haber pasado un paso cebra, irrumpe desde la izquierda otra figura que lleva un círculo rojo en el que falta un sector con la forma del que llevaba entre las manos el primer chico. El avance se detiene y ambos personajes charlan un rato como viendo qué hacer. El segundo elige una opción inesperada: convierte los dos trozos en una figura de pez que arroja al mar. Ahora vemos avanzar al pez de nuevo hacia la derecha donde un barco lo captura en sus redes… Etc.
Algunos álbumes hacen que la transformación de una forma en otra, al pasar cada página, sea sorprendente pero tenga una cierta lógica como, por ejemplo, El globito rojo. Otros juegan más a desafiar al lector haciendo aparecer cosas gráficamente posibles, sí, pero nada previsibles como, por ejemplo, ¡Oh! En Formas la autora juega con los dos conceptos y construye una buena narración donde suceden cosas imprevistas que, a la vez, tienen lógica gráfica e imaginativa. Está muy conseguido el ritmo narrativo descrito arriba —avance hacia la derecha, irrupción desde la izquierda y detención, nuevo avance hacia la derecha, nueva irrupción desde la izquierda, nueva detención, etc.— y es un acierto la resolución final.
Claudia Rueda. Formas (2009). Barcelona: Océano travesía, 2009; 76 pp.; ISBN: 978-84-494-3845-5. [Vista del libro en amazon.es]