HENRY, O.

HENRY, O.Autores
 

Seudónimo del escritor norteamericano William Sydney Porter. 1862-1910. Nació en Greensboro, Carolina del Norte. Tuvo trabajos muy diversos. Fue encarcelado y, en prisión, comenzó a escribir cuentos. Murió en Nueva York.


El regalo de los Reyes Magos
Madrid: Gaviota 2004, 4ª impr.; 48 pp.; col. Gaviota Junior; trad. de Myriam Lantero González; ISBN: 84-392-8675-9. Este relato está también incluido en la recopilación titulada Cuentos de Nueva York; Madrid: Espasa, 2005; 210 pp.; col. Relecturas narrativa; trad. de León Mirlas; ISBN: 84-670-1861-5. Además, hay ediciones, en inglés, en la red, como esta.
Otra edición en Madrid: Altea, 1986; 24 pp.; col. Los álbumes Altea; ilust. de Lisbeth ZWERGER en 1982; trad. de Juan Ramón Azaola; ISBN: 84-372-6606-8. Esta edición se ha vuelto a publicar en Madrid: Los cuatro azules, 2016; 28 pp.; ISBN: 978-8494186684. [Vista del libro en amazon.es]

Con ocasión de la Navidad, una joven pareja de recién casados pretenden hacerse un regalo el uno al otro: ella piensa en una cadena para el reloj del que tan orgulloso está su marido; él piensa en una colección de peines para el pelo tan hermoso que tiene su mujer.


Tommy y el ladrón
Relato contenido en la selección titulada Ladrones y mentirosos. Barcelona: Plaza & Janés, 2002; 127 pp.; col. Debolsillo; introducción, selección y traducción de Antonino González Morales; ISBN: 84-8450-895-1.
Una edición en la red, en inglés, está en Whirligigs (1910), junto con otros relatos.

Un ladrón es sorprendido en plena faena nocturna por el niño de la casa, que charla e incluso colabora con él en su actividad.


Un príncipe del Chaparral
Relato contenido en la selección titulada Cómo asaltar un tren. Barcelona: Ediciones del Bronce, 2002; 192 pp.; col. Clásicos del Bronce; trad. de Marcelo Cohen; ISBN: 84-8453-084-1.
En la red, en inglés, el relato está dentro de la recopilación titulada Heart of the West.

Lena, once años, trabaja como una esclava en una posada del Oeste norteamericano. Cuando le quitan los cuentos de GRIMM, que eran su evasión, escribe a su madre una carta diciéndole que se matará si no la ve. El cartero que lleva la carta es asaltado y, debido a una cadena de incidentes, los ladrones acaban leyendo la carta de la niña…



Siguiendo el rastro de IRVING, POE, HAWTHORNE, HARTE, llega O. Henry, otro de los grandes cuentistas norteamericanos, también con unas excepcionales dotes de narrador. Durante su estancia en la prisión, desde 1898 hasta 1901, empezó a escribir cuentos. Publicó el primero en 1899 y, desde 1903 hasta 1906, escribió semanalmente uno para el New York World, además de otros para diferentes revistas, y desde 1904 comenzó a editarlos en recopilaciones a razón de uno o dos libros por año. Solía pintar escenas de la vida corriente de Nueva York con gente de buen corazón como protagonistas, también cuando eran delincuentes. Sus tramas están ingeniosamente montadas y sus motivos son sencillos: una anécdota, un problema, una alegría, un deseo. Son como instantáneas de vida ordinaria, como estampas callejeras amenas, detallistas, irónicas y tiernas a la vez, en las que hay una mirada comprensiva llena de buen humor, fina penetración psicológica de los personajes, y un final-sorpresa que llegó a ser como una marca de fábrica.

Quizá su relato más conocido en todo el mundo sea El regalo de los Magos, un cuento publicado el año 1906 en la recopilación titulada The Four Millions, que viene a ser toda una declaración de confianza en la bondad y la generosidad.

En Tommy y el ladrón ironiza sobre los lugares comunes de los melodramas infantiles decimonónicos: «Es la historia de siempre —le dice a Tommy el ladrón—. Tu inocencia inconsciente e infantil pretende conducirme hacia el buen camino. Cada vez que topo con una casa donde hay niños ocurre lo mismo».

También descubrimos ironía en Un príncipe del Chaparral, pero el acento aquí merece ser puesto sobre la capacidad curativa que pueden tener los cuentos fantásticos para los niños, al modo en que lo hace DICKENS en la primera parte de Tiempos difíciles. Y el lector puede tener la seguridad de que nunca un final tan improbable ha resultado tan fabulosamente satisfactorio.

¿Se puede vivir sin Grimm?

En Un príncipe del Chaparral el narrador cuenta que, «noche tras noche, Grimm le había contagiado fuerza y coraje renovados» a Lena. «En cualquiera de los cuentos que leyera, encontraba analogías con su propia situación. La hija extraviada del leñador, la desdichada cuidadora de gansos, la hijastra maltratada, la doncella presa en la choza de la bruja no eran, para Lena, la agobiada pinche de cocina del hotel Quarryman´s, sino transparentes disfraces. Y siempre que los abusos alcanzaban el colmo, el hada buena o el príncipe galante llegaban en su socorro.

Así Lena, encerrada en el castillo del ogro, esclava de un pérfido embrujo, había esperado, los ojos puestos en Grimm, que las fuerzas del bien se impusieran al fin. Pero el día anterior mistress Maloney había encontrado el libro en el cuarto y se lo habían llevado, afirmando tajantemente que las sirvientas no debían leer por la noche; perdían horas de sueño y al día siguiente trabajaban como atontadas. Pero ¿puede una niña de sólo once años que vive lejos de su madre y nunca tiene tiempo para jugar, vivir sin que le dejen leer a Grimm? Pruébenlo ustedes y verán lo difícil que es».

Otras obras: Esto no es un cuento y otros cuentos.


8 febrero, 2006
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