Tengo un particular interés por los libros, relatos o memorias, que hablan bien del dolor ante la muerte de un ser querido, tal vez porque veo que la literatura infantil y juvenil muchas veces falla cuando intenta presentar esas situaciones. Por ejemplo, relatos que hablan de la muerte del padre como La isla, de Gianni Stuparich, o La mano suprema, de Yúsuf Idris; o que hablan de la muerte de la madre como Un altar para la madre, de Ferdinand Camon, o Vinieron como golondrinas, de William Maxwell; o que mencionan el dolor por la muerte de la esposa, unos íntegramente dedicados a la cuestión al modo de Una pena en observación, de C. S. Lewis, y otros que la tratan dentro de una historia más amplia, como en Quiero dar testimonio hasta el final, de Viktor Klemperer, o como en El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl.
En esta dirección hace años leí Señora de rojo sobre fondo gris, un relato en el que Miguel Delibes noveló indirectamente la figura de su esposa y de una época muy especial de la historia de España. Lo he releído últimamente y me ha vuelto a gustar aunque, debo decir, también he percibido con claridad que no todos los lectores conectarán igual que yo, o igual que las personas que vivimos los años setenta en España, debido al telón político de fondo. Pero esto también revela que, al final, lo que queda de una novela como esta es su contenido más profundamente humano, mientras que los acontecimientos convulsos del momento —protestas contra el proceso 1001, últimos meses de Franco…—, bien podrían ser otros.
Un pintor famoso que pasa por una etapa oscura escribe a su hija contándole su vida en los últimos meses, completamente centrada en la enfermedad y muerte de su mujer, Ana, una persona vitalista y activa fallecida con cuarenta y ocho años. Su relato evoluciona según avanza la enfermedad de Ana, pero va y viene del pasado al presente para mostrar el entorno familiar y social del matrimonio —la hija a quien escribe y su marido están en la cárcel por motivos políticos, circunstancias de otros hijos y de varios amigos…—, pero sobre todo para describir sucesos que ponen de relieve la personalidad de Ana y su influencia enorme en todo su entorno y en la misma creatividad del pintor.
El título tiene que ver con un cuadro de Ana firmado por otro pintor famoso. El relato transcurre con la fluidez y la precisión característica del autor, para designar, para describir y para evocar. Hay de fondo un dolor real, que se pone de manifiesto sin aspavientos ni melodramatismos. El narrador consigue su objetivo de hacer notar la influencia de su mujer en su vida y en su obra, y poner de manifiesto su enorme categoría. En un momento indica cómo, quien le respondió a su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes, que tuvo lugar poco después de la muerte de Ana, «dedicó unas palabras a tu madre: Una mujer, dijo, que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir. Un juicio definitivo».
Miguel Delibes. Señora de rojo sobre fondo gris (1991). Barcelona: Destino, 2000, 25ª ed.; 150 pp.; col. Áncora y Delfín; ISBN: 84-233-2100-2. [Vista del libro en amazon.es]