Citas tomadas de una entrevista a Viktor Frankl.
«Niego de forma categórica que el hombre busque original y principalmente la felicidad. Lo que el hombre quiere es tener un motivo para ser feliz. Una vez tiene el motivo, la felicidad llega por sí sola. Pero si en lugar de aspirar a un motivo para ser feliz, persigue la propia felicidad, fracasará en el intento y se le escapará».
«Hace décadas, la gente se ruborizaba de pudor cuando se le preguntaba sobre su vida sexual. Hoy, tal como he podido comprobar repetidas veces, los pacientes se ruborizan de pudor cuando se les pregunta sobre su vida religiosa privada; sucede hasta en las aulas. Y esto tiene su sentido, porque el pudor no es ninguna manifestación moralista pasajera, por así decirlo. Como mostraron Max Scheler y Erwin Straus, el pudor se encarga de preservar lo más íntimo del ataque de lo público; lo que retenemos y guardamos con pudor no debe convertirse en algo manido, en centro de admiración, no debemos descubrirlo, no debemos convertirlo en objeto. Y si piensa que la esencia del sujeto consiste en que está dirigido a objetos en la medida en que se trasciende a sí mismo, entonces comprenderá que cuanto más persona soy, cuanto más soy yo mismo, cuanto más sujeto soy, más me trasciendo a mí mismo, más me entrego a una cosa o a una persona. Por ejemplo, cuando amo, me olvido de mi persona; cuando rezo, no tengo ojos para mí. Algo parecido sucede con la muerte, en el morir. Y si pudiera pedir algo, daría orden de que nunca se fotografiaran ni filmaran estas tres cosas: amar, rezar y morir. Las tres constituyen una reserva del más íntimo recogimiento de la persona, donde uno puede ser y seguir siendo uno mismo, sin convertirse en objeto de contemplación pública».
Viktor Frankl. En el principio era el sentido: Reflexiones en torno al ser humano (Im Anfang war der Sinn). Barcelona: Paidós, 2014; 144 pp.; trad. de Héctor Piquer Minguijón; 144 pp.; ISBN: 978-8449329821. [Vista del libro en amazon.es]