Ha sido una buena y larga lectura el libro de Tony Judt titulado Postguerra: una historia de Europa desde 1945. Aunque no lo he leído con igual atención en todos sus tramos, y aunque me ha parecido inevitablemente plano —muchos personajes y sucesos todos al mismo nivel— y desigual —se ve que algunas cosas el autor las conoce más de cerca o de primera mano, y otras no tanto—, es difícil no sentirse impresionado por un trabajo de síntesis y clarificación tan ambicioso y tan ameno. Para mí los capítulos más interesantes han sido los primeros, los que tratan de las décadas inmediatamente posteriores a la segunda Guerra Mundial. Los de las últimas décadas me han servido para reforzar el esquema mental que ya tenía de los acontecimientos, y no tanto para comprender mejor algunas cosas: como es lógico aquí es donde he notado más la falta de relieve de la obra.
El libro termina con una reivindicación del estudio profesional del pasado por parte de los historiadores y, al hablar de los riesgos que tiene un excesivo culto a la conmemoración, señala que «la memoria es intrínsecamente polémica y sesgada: lo que para unos es reconocimiento para otros es omisión. Además, es una mala consejera en lo que al pasado se refiere». Y luego cuenta un conocido chiste de la era soviética: «Un oyente llama a Radio Armenia para hacer una pregunta: “¿Es posible predecir el futuro?” Respuesta: “Sí. No hay problema. Sabemos exactamente cómo será el futuro. Nuestro problema es el pasado, que siempre está cambiando”».
Tony Judt. Postguerra: una historia de Europa desde 1945 (Postwar. A History of Europe since 1945, 2005). Madrid: Taurus, 2006; 920 pp.; trad. de Jesús Cuéllar, Victoria Gordo del Rey; ISBN: 84-306-0610-6.