Dice Eric Auerbach que Homero «no conoce ningún segundo plano. Lo que él nos relata es siempre presente, y llena por completo la escena y la conciencia». En su obra no hay ningún procedimiento subjetivo-perspectivista, «creador de primeros y segundos planos» como sí lo hay, por el contrario, en las narraciones bíblicas. Esos dos estilos contradictorios, el homérico y el bíblico, pueden sintetizarse así: «Por un lado, figuras totalmente plasmadas, uniformemente iluminadas, definidas en tiempo y lugar, juntas unas con otras en un primer plano y sin huecos entre ellas; ideas y sentimientos puestos de manifiesto, peripecias reposadamente descritas y pobres en tensión. Por el otro, las figuras están trabajadas sólo en aquellos aspectos de importancia para la finalidad de la narración, y el resto permanece oscuro; únicamente los puntos culminantes de la acción están acentuados, y los intervalos vacíos; el tiempo y el lugar son inciertos y hay que figurárselos; sentimientos e ideas permanecen mudos, y están nada más que sugeridos por medias palabras y por el silencio; la totalidad, dirigida hacia un fin con alta e ininterrumpida tensión y, por lo mismo, tanto más unitaria, permanece misteriosa y con trasfondo».
Erich Auerbach. Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental (Mimesis: Dargestelle Wirklichkeit in der Abendländischen Literatur, 1942). México: Fondo de Cultura Económica, 1996, 6ª reimpr.; 533 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de de I. Villanueva y E. Ímaz; ISBN: 968-16-0282-X. [Vista del libro en amazon.es]