Sócrates: un hombre de nuestro tiempo, de Paul Johnson, es una buena obra divulgativa. El prólogo explica bien los méritos del libro de Johnson —es un resumen claro de la vida y de la obra de Sócrates, tiene un tono expositivo ameno— y sus limitaciones, que se derivan del estilo periodístico y del afán polémico propios del autor.
Así, Johnson tiene la manifiesta intención de que Sócrates nos enseñe cosas valiosas para el presente y, al dejar clara su altura intelectual y moral, desea incidir en uno de sus temas predilectos: el de la traición de los intelectuales. Por ejemplo: Sócrates «no era un Richard Dawkins, ansioso de desengañar a la gente común de sus ilusiones en nombre de una racionalidad triunfalista», comparación poco pertinente, me parece, y que además eleva innecesariamente a Dawkins; pero que algunos lectores aceptarán de buen grado. Otro punto en el que la gran admiración de Johnson por Sócrates le traiciona un poco es que le atribuye opiniones plausibles que, sin embargo, van más allá de los datos que tenemos pues las apoya en documentos perdidos…
En cualquier caso, es cierto que, para Sócrates, «un líder filosófico tenía que ser mucho más que un pensador, mucho más. Tenía que ser una buena persona para la que la cuestión de la virtud no fuera una idea abstracta, sino un asunto práctico de la vida diaria. Tenía que ser valiente en el momento de enfrentarse a elecciones y vivir con sus consecuencias. En último recurso, la filosofía era una forma de heroísmo y quienes la practicaban tenían que poseer el coraje para sacrificar todo, incluida la propia vida, para perseguir la excelencia de la mente. Esto es lo que Sócrates mismo hizo. Y esta es la razón por la que le honramos y saludamos como la filosofía personificada».
Paul Johnson. Sócrates: un hombre de nuestro tiempo (Socrates, 2011). Madrid: Avarigani, 2012; 170 pp.; trad. e introducción de Juan José García Norro; ISBN: 978-84-939130-5-2.