Hay relatos sobre libros o sobre palabras que nos gustan a quienes nos gustan los libros y las palabras, incluso aunque aunque no estén muy conseguidos. Además, hay ilustradores que nos gustan siempre incluso aunque no consigan su mejor libro. Es el caso de El coleccionista de palabras, de Peter H. Reynolds, y de Zampalabras, de Juan Berrio y Javier Fonseca. Ambos álbumes tratan del amor a las palabras y las ilustraciones y composición de los dos son magníficas, aunque las minitramas no tengan mucha consistencia.
En el primero —un álbum animante y un poco dulzón que apoya el diseño de sus imágenes en la disposición de las palabras en las páginas, como acostumbra el autor— se habla de un chico que colecciona palabras —las que oye, las que ve, las que lee…; las que son cortas y dulces, las de dos sílabas y las de varias sílabas…—, y que luego las ordena en colecciones, las mezcla y compone poemas para compartir con otros. En el segundo, un chico llamado Quique y su hurón intentan saber quién es el que, en la librería de Sandra, está comiéndose las palabras: un argumento parecido al de álbumes como Ñac-ñac o Se busca, con menos chispa pero simpático y, sobre todo, con escenas bien compuestas del interior de la librería (escenarios que provocarán la simpatía de quienes venden los libros).
Peter H. Reynolds. El coleccionista de palabras (The Word Collector, 2018). Barcelona: RBA, 2018; 34 pp.; trad. de Gemma Rovira; ISBN: 978-84-272-1498-9. [Vista del álbum en amazon.es]
Juan Berrio. Zampalabras (2018). Texto de Javier Fonseca García-Donas. Madrid: Nórdica, 2018; 40 pp.; ISBN: 978-84-17281-82-3. [Vista del álbum en amazon.es]