
Dos relatos antiguos en los que «no pasa nada»: Tres hombres en una barca, de Jerome K. Jerome, y Elizabeth y su jardín alemán, de Elizabeth von Arnim. El primero se caracteriza por su buen humor irónico que logra incluso arrancar la carcajada, y el otro por su calidez también irónica para presentar un tipo de vida familiar cotidiana. Historias costumbristas como estas, que han tenido y tienen tantos lectores de varias generaciones, encierran el secreto de la duración: muchos escritores de hoy harían bien en estudiarlas a fondo y, al menos, aprender que la estridencia no es uno de los ingredientes.
13 enero, 2010