JEROME, Jerome Klapka

JEROME, Jerome KlapkaAutores
 

Escritor británico. 1859-1927. Nació en Walsall, Strafford. Después de ejercer como maestro y ser actor, fue periodista. Triunfó en 1889 al publicar dos libros de humor, Tres hombres en una barca era uno de ellos. A partir de entonces se dedicó a escribir. Estrenó algunas obras de teatro. Murió en Northampton.


Tres hombres en una barca
Barcelona: Bruguera, 1981; 285 pp.; col. Club Joven Bruguera; trad. de Miguel Sáenz de Heredia; ISBN: 84-02-07976-8; agotado. Otras ediciones en:
—Madrid: Gaviota, 1989; 203 pp.; col. Clásicos jóvenes; ISBN: 84-392-8211-7.
—Barcelona: El Cobre, 2003; 304 pp.; col. Clásicos de la diversidad; trad. de J. Dufo; ISBN: 84-96095-18-5.
En la red se puede leer la edición en inglés.

Incidentes que suceden cuando tres amigos organizan una expedición para remontar el Támesis en canoa.



Con un leve pretexto argumental el autor despliega todos los registros de un humor inglés, sereno, sarcástico, sutil, nada estridente: «Lanzaban invectivas contra nosotros, usando no banales injurias corrientes, sino interminables maldiciones complicadísimas, producto de la reflexión, largamente meditadas y muy significativas, que abarcaban toda la duración de nuestra existencia, se extendían al porvenir más lejano y comprendían a todos nuestros parientes, amigos y conocidos; fuertes y sustanciosas maldiciones». Otro ejemplo: al narrar sus logros, «el pescador experimentado se caracteriza por la precisión en el detalle nimio, los hermosos retoques en el campo de la probabilidad, y el aspecto general de escrupulosa —casi diría pedante— sinceridad». Las descripciones agudas y las observaciones realistas certeras tienen con frecuencia una «caída final» característica: «Así es Harris…, siempre dispuesto a aceptar personalmente el peso de todo el trabajo para depositarlo sobre las espaldas de los demás».

La prisa, azote del siglo diecinueve

Véase un párrafo revelador de que la prisa no es un atributo de nuestra época: «Me encanta contemplar a un viejo barquero remando, especialmente cuando se han contratado sus servicios por horas. Su forma de remar tiene una belleza serena y reconfortante. Es verdaderamente opuesta a esa prisa inquieta, a ese vehemente esfuerzo que día tras día se afirma como azote del siglo diecinueve. No se preocupa de adelantar con grandes esfuerzos a las demás embarcaciones. Si alguna de ellas le pasa no se molesta en absoluto. De hecho, todas le pasan…, al menos todas las que van en su misma dirección».


13 enero, 2010
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