He vuelto a leer Quienes se marchan de Omelas, un breve y poderoso relato de Ursula Le Guin que acaba de ser reeditado con una magníficas ilustraciones de Eva Vázquez. Hay una buena explicación de su contenido en la voz de Wikipedia, donde también hay un enlace para leerlo en la red.
Yo lo busqué por primera vez, hace ya bastantes años, después de que Tom Shippey en Tolkien, autor del siglo, afirmase que «hay algo más que convincente, para muchísima gente, en la presentación del mal que hace Tolkien; sin embargo, vale la pena volver a insistir en que su interés por el tema es muy propio de nuestra época y en absoluto único. Numerosos autores de la primera mitad del siglo XX estaban obsesionados con el tema del mal y produjeron imágenes únicas y originales». Y, entre otros ejemplos —como el del torturador de Orwell en 1984 que declara: «Si quieres una imagen del futuro, imagínate una bota pisoteando un rostro humano, para siempre»— hablaba de «Los que se van de Omelas», «una ciudad brillante cuyo poder y belleza dependen por completo de la tortura continua y consciente a un niño idiota». Más de una vez he pensado, pero no lo sé seguro, si para escribir El dador, Lois Lowry se inspiraría en este relato.
Ursula Le Guin. Quienes se marchan de Omelas (The Ones Who Walk Away from Omelas, 1973). Madrid: Nórdica, 2022; 48 pp.; ilust. de Eva Vázquez; trad. de Maite Fernández; ISBN: 978-8418930478. [Vista del libro en amazon.es]