Escritora norteamericana. 1929-2018. Nació en Berkeley, California. Hija de un antropólogo y una escritora. Casada con el historiador Charles A. Le Guin. Escritora prestigiosa de ciencia-ficción y fantasía, realizó también incursiones en la narrativa más propiamente infantil y juvenil. Falleció en Portland, Oregon.
Un mago de TerramarBarcelona: Minotauro, 1992, 9ª ed.; 215 pp.; trad. de Matilde Horne; ISBN: 84-450-7026-6. Nueva edición para Kindle en 2014, ASIN: B00HJZ22IW. [
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Terramar es un archipiélago. En una de las islas vive Ged, un chico cuyos poderes lo llevan a ser discípulo del mago Ogión el Silencioso. Ogión inculca en Ged sentido de responsabilidad: «Piénsalo: en nuestro Arte, cada palabra que pronunciamos, cada acto que ejecutamos es para bien o para mal. ¡Antes de obrar o hablar hay que conocer el precio!». Llegado el momento, Ged marcha a la ciudad de Zuil, en la isla de Roke, cuyos habitantes estaban «tan habituados a la hechicería […] que ninguno pestañeaba cuando veían que un chiquillo se transformaba en pez o una casa volaba por los aires. Sabían que se trataba de la travesura de algún escolar, y seguían remendando zapatos o descuartizando reses». Terminados sus estudios, Ged se ve obligado a emprender un viaje al encuentro de una sombra sin nombre que le martiriza: «Lo que la sombra quiere destruir es tu ser verdadero. […] Tienes que hostigar a quien te hostiga. Tienes que perseguir al cazador», le dice Ogión.
Para dar credibilidad a un relato de fantasía que se cuenta con toda seriedad, hay que utilizar, como Le Guin, una prosa directa, precisa y minuciosa. Se trata de conducir-convencer al lector, paso a paso, sin precipitar los hechos, con descripciones ricas y sugerentes, con un empleo coherente y medido de los símbolos. Es difícil sortear todos los escollos pero Ursula Le Guin lo consigue, contando su historia con fluidez y sin renunciar a toques de humor que aligeran el relato. Con el formato tradicional de un viaje juvenil en busca de una nueva madurez, Le Guin ha sabido dar con un modo nuevo de contar lo mismo que, por ejemplo, STEVENSON narró en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde: la lucha interna para reconocer y combatir la maldad que habita en el propio interior, y que se hace presente cuando uno mismo la invoca. Como dice el Archimago de Roke a Ged: «El poder que usaste para llamarla le da poder sobre ti: estás atado a ella. Es la sombra de tu orgullo, la sombra de tu ignorancia, tu propia sombra. ¿Tiene nombre una sombra?»
Los libros siguientes de la historia de Ged son Las tumbas de Atuán (The Tombs of Atuan, 1971) y La costa más lejana (The Farthest Shore, 1973). Años más tarde, la escritora redactó Tehanu (Tehanu – The Last Book of Earthsea, 1990) y En el otro viento (The Other Wind, 2001). En ellas los personajes no son jóvenes y cambia el tono. Quizá por eso, porque las novelas ya no son juveniles y a un lector adulto resulta difícil retenerle tantas páginas sortilegio tras sortilegio, por cuidada que sea la prosa, a mi juicio son inferiores a la primera entrega. De todos modos, Le Guin es una buena escritora, usa bien el lenguaje y sostiene con buen pulso las narraciones.
Otra buena novela de la autora, basada en un tramo de la Eneida, es Lavinia. Y un poderoso relato corto es Quienes se marchan de Omelas.
Otro libro con ensayos sobre distintos aspectos de su trabajo es Contar es escuchar: sobre la escritura, la lectura, la imaginación. De él están tomados textos puestos en las notas Leer y visualizar, Una cadena de hamburgueserías, La importancia de poner bien las comas, Un lenguaje global e intuitivo, La importancia de la seriedad moral, La perspectiva infantil en relatos adultos.
7 mayo, 2009