En la tradición de relatos antiguos como La maravillosa historia de Peter Schlemihl podemos colocar un álbum como Sam, una sombra rebelde, de Michelle Cuevas y Sydney Smith. Su protagonista es Sam, la sombra de un niño que lleva una vida monótona. Se nos cuenta que, como está necesariamente unido a él, Sam también se aburre, hasta que un día oye un chasquido y, para su sorpresa, ve que se desprende de su niño. Empieza a pasárselo muy bien y otras sombras se fijan en él —«si él puede perseguir sus sueños, nosotras también», pensaron— y también se independizan. Las ilustraciones, a tinta y acuarela, comunican dinamismo y atractivo al relato que, por otra parte, tiene golpes buenos, por ejemplo el de que la sombra de una rana sea un príncipe. Las ilustraciones están bien compuestas y transmiten la frescura de la historia. Se presenta la vida controlada del niño de Sam en escenas recuadradas y los marcos desaparecen en las ilustraciones inmediatamente posteriores a la independencia de Sam. El álbum es simpático y sí, lo podemos leer en el sentido de que uno ha de perseguir sus sueños y que uno ha de intentar pasarlo bien… (no tendría mucho éxito y sería rara una historia infantil donde se dijera que debes conformarte con llevar una vida anodina y que te fastidies si te aburres…). Con todo, hay formas mejores de plantear que uno debe aprender a mirar alrededor, tanto para reconocer la riqueza de la vida como para quejarse menos: por ejemplo, no hace mucho recordé a Ellen Raskin y su gran álbum Nothing ever happens on my block.
Sydney Smith. Sam, una sombra rebelde (Smoot: A Rebellious Shadow, 2017). Texto de Michelle Cuevas. Barcelona: Juventud, 2021; 48 pp.; trad. de Diego de los Santos Domingo; ISBN: 978-8426147370. [Vista del álbum en amazon.es]