Se decía en Apuntes para un naufragio que llegará el momento en el que las historias de los inmigrantes que, pagando un precio inimaginable, llegaron a Europa, las contarán ellos mismos y, al hacerlo, nos explicarán «en qué se nos ha convertido Europa y nos mostrarán, como un espejo, en qué nos hemos convertido nosotros». Dos ejemplos excelentes ya comentados aquí son En el mar hay cocodrilos y Me llamo Suleimán. Otro del mismo tipo, excepcional no sólo porque la historia sea conmovedora e impresionante, sino por la voz tan extraordinaria del narrador, es Hermanito, un libro en el que Amets Arzallus Antía pone voz a la narración del guineano Ibrahima Balde. Como se cuenta en una nota inicial ambos se conocieron en Irún, en octubre de 2018, cuando Ibrahima tenía 24 años y unas dolorosas experiencias detrás.
Su narración tiene tres partes. En la primera Ibrahima cuenta el motivo de sus peripecias posteriores: a los trece años, tras morir su padre dejándole el encargo de que su hermano pequeño Alhassane debía seguir estudiando, decidió irse a Liberia para trabajar y poder así enviar dinero a su casa; volvió a Guinea cuando enfermó su madre, pero dos años después pudo irse a Conakri para continuar con su trabajo de aprendiz de mecánico y de conductor; estando allí, su hermano, de 14 años, se marchó de casa y, cuando logró hablar por teléfono con él y le dijo que estaba en un campo de refugiados en Sabratha, Libia, decidió ir en su busca. La segunda parte cuenta sus penosos viajes primero a Argelia y luego a Libia, y su infructuosa búsqueda de su hermano. En la tercera, después de dejar Libia y volver a Argelia, acabó embarcándose en una zodiac para cruzar a Europa.
El narrador cuenta los hechos con sencillez y añade, al paso, reflexiones de fondo y observaciones explicativas para que su oyente comprenda ciertas cosas, en especial cómo el afecto y la responsabilidad que siente hacia su familia le mueve hacia delante. Es asombroso que no haya tonos de resentimiento en su narración, en la que no faltan personajes claramente malvados y muchos otros que prefieren no saber nada, y resultan admirables su religiosidad de fondo, su bondad, y el comportamiento amistoso de algunas personas que fueron para él como una luz en el camino.
El libro que, después de varias ediciones en euskera con el título Miñan, se publica en castellano con una excelente traducción, es un trabajo literario de primer orden. En el epílogo, Amets Arzallus habla primero de la impresión que le causó la historia y la voz tan singular de Ibrahima —«tenía una lógica, una sintaxis, una poética particular. Una intuición para medir la longitud de los silencios, el poso de una tradición oral»—, y luego del trabajo que se propuso y que llevó a cabo para convertirla en un relato fiel: «diez meses para fabricar un euskera a la medida de la oralidad de Ibrahima, quebrando a ratos mi idioma, trastocando el equilibrio de las palabras, para que tú escuches su voz, para que tú sientas su mirada, sin convertirme yo en una aduana moral. En ese intento ético y estético me he empeñado».
Hay más información sobre el libro en este texto del traductor del libro y en esta entrevista con su autor.
Ibrahima Balde y Amets Arzallus Antía. Hermanito – Miñán (Miñan, 2019), Barcelona: Blackie Books, 2021, 2ª ed.; 134 pp.; trad. de Ander Izagirre Olaizola; ISBN: 978-84-18733-42-0. [Vista del libro en amazon.es]